3.2.4 Las obras narrativas de Nicolás Heredia (1855 – 1901)


Aunque Nicolás Heredia nació en Santo Domingo y murió en los Estados Unidos, la mayor parte de su vida transcurrió en Cuba y sus paisajes naturales y realidades sociales fueron los que plasmó con preferencia en sus obras. Desde el punto de vista político se afilió al partido autonomista pero sus ideas evolucionarían hacia el independentismo; manifestó tempranamente concepciones afines al anexionismo, asociado al progreso económico que estaba experimentando el país del Norte.

En 1882 su novela “Un hombre de negocios” fue premiada en los Juegos Florales del Liceo de Matanzas, provincia en la que se mantuvo residiendo durante muchos años. El autor reconoce en el prólogo muchas de las insuficiencias de la obra y como esta fue compuesta casi expresamente para el certamen, por lo que sobresale su pretensión de anclar en el gusto popular y para ello se atiene a muchos de los requerimientos del llamado folletín romántico.

El argumento de esta obra es muy similar al que desarrollaría varios años después Ramón Meza con “Mi tío el empleado”. El sueño del emigrante español, la Isla como tierra prometida de la abundancia, son comunes a ambos, al igual que la degeneración moral que parte de la avaricia casi como pasión cegadora, impedimento a la autenticidad de los sentimiento; aunque en el panorama sobresale la conducta ética del joven Gonzalo.

Por su parte, “Leonela”, es considerada por los estudiosos la pieza más importante de este autor y también de relevancia para la narrativa decimonónica. Expresa en su argumento las tendencias ideológicas que estaban latentes en la etapa finisecular, sobre todo la orientación anexionista y el deslumbramiento que el modelo económico y social norteamericano ejercía sobre algunos círculos de Cuba, especialmente de la clase social más encumbrada.

La entrega de Leonela a Valdespina, pasaje que irradia de algún modo sobre todo el cuerpo textual, simboliza algo más dentro de la apuntada panorámica social. Incluso arriesga algunos juicios sobre cierta falta de capacidad de los criollos para los negocios, lo cual demanda la tutela y la enseñanza de los hombres de negocio norteamericanos, todo ello bajo la bandera del progreso material que la contienda bélica de 1868, desde cierta óptica, había hecho peligrar.

Además de sus incursiones en el género de la narrativa, Nicolás Heredia colaboró en diversas publicaciones de la época, entre estos fundó el Diario de Matanzas y “El Album”. Colaboró asimismo en “Revista de Cuba”, “Revista Cubana”, y especialmente en “Cuba y América” y “El Fígaro”. En este último publicó algunos pasajes de la serie “Crónicas de la Guerra de Cuba”, interrumpida por la acción de las autoridades coloniales.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)