3.4 Prosa política e histórica, su desarrollo en la etapa comprendida entre 1868 y 1898


Al desencadenarse la Guerra de los Diez Años el 10 de octubre de 1868, bajo el liderazgo de Carlos Manuel de Céspedes, la cuestión política ocupó un primer plano en el espacio de lo público y mucho de lo que se escribió en la etapa estuvo motivado por aspiraciones de esta índole, a veces enmarcadas en una cuidada labor estética. En general los textos no eminentemente políticos, relativos a cualquier género de ficción, no evadieron tampoco la panorámica social y los conflictos inherentes a las luchas por la independencia nacional.

En el marco de la confrontación ideológica germinaron no solo textos independentistas sino que el integrismo también tuvo su expresión en las letras, abocado a justificar el dominio español sobre la Isla; no obstante la propia inconsistencia de sus postulados determina que no se haya producido ningún texto notable, digno de figurar en la literatura nacional, más allá de la posición ideológica, “antinacional” por definición.

El periodismo político, tal como sucedió en la vertiente de la oratoria, abordada en otro epígrafe, tuvo su centro irradiador en la manigua, a dónde no llegaban los imperativos de la ley de imprenta española. Asimismo en Occidente tenía lugar una literatura política de naturaleza más alusiva; pero que lograba de algún modo filtrar sus ideas en la conciencia de los cubanos.

En la emigración se fundaron importantes órganos de prensa que recabaron todo tipo de apoyo a las tropas insurrectas, entre ellos sobresale “Patria” fundado por José Martí en Nueva York en 1892; pero también en Cayo Hueso y en otros asentamientos cubanos proliferaron medios de prensa que contribuían a mantener vivo el ideal independentista, desde el inicio de la gesta de 1868, la cual también marcó el éxodo de miles de cubanos. En Cayo Hueso, los más importantes y que se mantuvieron por varios años en la palestra pública fueron “El Republicano” y “El Yara”.

Otro género muy asociado a las luchas independentistas fue la literatura testimonial, la cual tuvo muchas veces como punto de partida los diarios de campaña en que los jefes militares y soldados anotaban sus experiencias. Lógicamente el género despuntaría después de concluida la Guerra de los Diez Años, de más valor histórico que político, pues algunos textos contendrían elementos realmente disuasivos en cuanto al propósito de acometer nuevamente la lucha.

El lapso de tiempo que se extiende entre 1868 y 1898, las sacudidas sociales que implicaron ambas contiendas bélicas –además de la Guerra Chiquita y en sentido general los múltiples conatos conspirativos e independentistas- contribuyeron definitivamente a la conformación de la identidad común de los cubanos, la nacionalidad por encima de pugnas territoriales, y todo ello tendría su expresión en la concreción de una verdadera literatura nacional, cuya vertiente política era a la vez causa y efecto del fragor de las luchas independentistas y el sentimiento de nacionalidad asociado a estas.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)