4.1.1.26 El movimiento vanguardista en la literatura cubana (1927 – 1930)


El vanguardismo, como a veces ocurre en la literatura, constituyó un movimiento en cierto modo fugaz y falto de homogeneidad, cuyo centro sustentador estaba dado por la necesidad de revertir los cánones modernistas imperantes y las reminiscencias románticas.

En el caso cubano constituyó la contrapartida estética de concienciación y rebeldía nacional que se había abierto con la Protesta de los Trece y continuó aproximadamente por una década. Incluso su extinción en 1930 –en cuanto a cultivo colectivo, pues existirían aisladas incursiones posteriores- se ha atribuido a la abierta derivación hacia lo político que asumieron muchos de sus seguidores, con la posibilidad de luchar contra la dictadura de Gerardo Machado.

En cuanto a lo conceptual la corriente se abocó a desestructurar el sentimentalismo romántico sin aportar nuevas ideas, pero fungió como caldo propicio de corrientes posteriores, entre ellas sobresalen la poesía pura, social y negrista, todas herederas del ímpetu renovador pero con postulados estéticos más sólidos.

Desde el punto de vista de la forma fue característico del movimiento la subversión de la puntuación tradicional, la abolición de las mayúsculas, órdenes tipográficos no tradicionales que a veces configuraban lo que se ha dado en llamar poesía visual, de la que pueden encontrarse ejemplos en la obra de Manuel Navarro Luna, cuyo poemario “Surco”, publicado en 1928, fue quizás el más representativo del movimiento.

El uso exacerbado de la metáfora y fundamentalmente de la prosopopeya o personificación, devino cierto empobrecimiento de los recursos retóricos, ello sobre todo se manifestó en el ámbito de las máquinas y lo industrial, en detrimento de los paisajes naturales, o más bien que implantó un distanciamiento emocional, la abolición del sentimentalismo romántico con respecto al entorno y la percepción irónica de la realidad.

Roberto Fernández Retamar, en su tesis sobre la poesía contemporánea, apunta sobre esta corriente: “provocó una conmoción violenta en lo más exterior de nuestra poesía, pero no tuvo ni persistencia ni intensidad para dejarnos obras de gran importancia” .

En otro sentido, también había señalado: “Si atendemos al contenido ideal (..) de nuestra poesía vanguardista, notaremos en ella un afán de insurgencia, de novedad siempre, con frecuencia de profetismo, que denuncia una actitud romántica de la cual, en los temas y la forma, se huía con tanto empeño”

Muchos poetas cubanos adoptaron posturas vanguardistas o rozaron esta corriente en parte de su obra creativa, después evolucionarían hacia otros derroteros estéticos pero sin romper del todo con los hallazgos del movimiento, entre los más significativos se encuentran Manuel Navarro Luna, Félix Pita Rodríguez, Mariano Brull, Regino Pedroso y Eugenio Florit; aunque esta poética influiría asimismo en poetas imprescindibles de nuestra lírica, como Nicolás Guillén.

Entre los espacios editoriales que se le abrieron a esta corriente se encuentra en primera instancia la “Revista de Avance”, pero también el Diario de la Marina y “Atuei”, vertida más hacia lo político. También las revistas “Antenas” y “Orto”, de Camagüey y Oriente, respectivamente, contribuyeron a la difusión del movimiento.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)