4.1.2.12.1 Cleva Solís (1926 – 1997), su labor en Orígenes y hasta el fin de la etapa republicana


Las incursiones literarias de Cleva Solís que recoge la revista “Orígenes”, datan de 1955 y 1956. La primera de ellas es un poema titulado “La mancha” y la segunda constituye una narración lírica con el título de “Las escrituras” ambas contentivas del lirismo de Solís que tiene inicio en lo sensorial pero se va desenvolviendo a través de difíciles vericuetos intelectivos.

El mencionado poema constituye en una de sus lecturas un cuestionamiento al orden –o desorden- divino, lo creado es visto no solo desde su vertiente paradisíaca sino también el fango y las miserias –palabra que se repite en el texto- naturales y humanas. Aquí el intelecto de Solís se eleva por sobre los dictados de la fe, donde el mito bíblico de Job está en cierto modo latente.

Otras alusiones bíblicas sí aparecen entretejidas en el texto para ilustrar el ámbito dual de lo creado en cuanto a milagro y dolor, dos polos en que se mueve el discurso lírico. En este sentido “los huesos de Eliseo”, no han perdido la capacidad de procrear milagros, que coexisten de algún modo con “ese estiércol”, modo que quizás, desde una posición muy irreverente, remite a la creación. Se transcriben los versos finales:

“Pero crece la danza, y crece la miseria.
La luz es tan remota, como las pérgolas y los jardines.
El mar rompe contra los muros
y florecen sus delicias paradisíacas.
De vez en cuando entra al desorden de Dios
y luce ajeno a su presencia,
cuando limpia y engasta sus coronas,
y sus fugaces pájaros sobre las sienes.
La música hila su trama levemente,
y sus heladas flores
llenas de triunfos apagados,
se alzan alargadas y finas
como cristales quebradizos
o junquillos fugaces.
Las mariposas saltan de ese estiércol
y el encantador de serpientes
hace subir con la miseria de su flauta,
las codornices y los árboles.”

Por su parte el texto lírico de “Las escrituras” dese su propio título tiene cierta connotación bíblica, reforzada por la alusión a Sodoma y Gomorra y por el desorden fluente de palabras -¿Babel del mito refundada?- Sin embargo resulta ostensible el hermetismo del texto y cierto extrañamiento, desde una óptica que proviene de la enajenación del sujeto, una mirada impropia y atemporal.

En el propio año 1996, Cleva Solís publicó “Vigilia”, que impactó gratamente su ámbito cultural, incluso Vitier lo consideraría la revelación del año. El libro está influido por la estética origenista, pero el desasimiento con respecto a las circunstancias adopta visos de enajenación, producto claro de la situación social de su época y que no desdice de su valía como obra literaria. Cleva Solís concluye en cierto modo el ciclo de su concomitancia con “Orígenes” para adentrarse en las propias densidades de su existir y sobre todo de su pensar.

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