4.1.2.3.7 “Cuentos fríos”,1956, y otros publicados por Virgilio Piñera antes de 1959


De 1955 es el cuento “El enemigo”, publicado en Buenos Aires, en el cual se aprecia un rasgo de personalidad del escritor, a modo de desliz o confesión autobiográfica, que fue el temor, sentimiento que marcó con fuerza su relación con el mundo y también consigo mismo. En este sentido, Antón Arrufat expresó en el prólogo de sus “Cuentos completos”, con respecto a la pieza citada:

“..no es de los grandes cuentos de Piñera, sin embargo constituye una confesión estremecedora, una de esas cifras que un autor de escritura oblicua ofrece a su lector de pronto, inesperadamente.”

Los “Cuentos fríos” agrupan piezas de distintos conjuntos temáticos que ya se habían ido perfilando en la narrativa de Piñera, todos ellos desde la matriz del absurdo que sistemáticamente oponía a la realidad o extraía de ella. De acuerdo con Alberto Garrandés en “Historia de la literatura cubana”, pueden deslindarse estos temas o modus operandi narrativos en toda su obra, algunos de los cuales se expresan en este texto:

a) cuentos de la mutilación física
b) cuentos en que se construyen diversos modelos del mundo
c) cuentos – enigmas de donde el autor se propone un tipo de juego al que se someterán los personajes
d) cuentos de la obsesión (las máscaras que adopta la conducta obsesiva)
e) cuentos capsulares
f) cuentos que describen y traducen a la ficción los dilemas de la escritura, el proceso creador

“La carne”, “El caso Acteón”, “Las partes”, “El cambio” y de algún modo también “La caída”, entran dentro del primer grupo temático, aunque no reductibles a un mero calificativo. En ellos el autor alude a la experiencia de seres que reaccionan defendiendo un ideal por sobre lo puramente físico, como exacerbada respuesta a un medio que les es hostil, que oprime con violencia aunque esta no se manifiesta del todo en el espacio de los cuentos, también elíptica.

Por su parte “El baile”, “El álbum” y “Proyecto para un sueño” constituyen modelos del mundo, a partir del modo en que Piñera ha percibido su realidad. Particularmente “El álbum” es trasunto de la banalidad, compartida por los distintos estratos sociales y donde se invierte la jerarquía de lo trascendente a lo intrascendente, a la vez que lo real se difumina para cobrar vida en retratos que son más evocación que visibilidad.

“La condecoración” y “El gran baro”, se inscriben en el grupo de los cuentos de la obsesión; así como “El parque”, “El comercio”, “La boda”, “La batalla”, “En el insomnio” y “El infierno” se asocian a los denominados cuentos capsulares, muchos ya incluidos en el texto de “Poesía y prosa”, en que la concisión y la economía del lenguaje constituyen los rasgos característicos, para describir ámbitos deshumanizados, cuasi mecánicos.

En sentido general este libro, aunque no expresa evolución ante una esencia narrativa que se mostraba ya dada en todos sus elementos y combinaciones, muestra su madurez como escritor y el asentamiento de un modo expresivo que tenía en su raíz una cosmovisión desalentada de la forma de vida de su tiempo, extravío de los verdaderos valores, con los cuales tampoco Piñera pudo anular el vacío.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)