4.1.2.4.2 El quehacer lírico de Angel Gaztelu (1914 – 2003) en la revista “Orígenes”


La poética de Angel Gaztelu fluyó de modo natural hacia las esencias creativas del grupo “Orígenes”, en el sentido de la cultura como elemento fundamental e insoslayable de la existencia y no mero ornamento. Su religiosidad era asimismo común a la de otros integrantes, pues con la excepción de Virgilio Piñera el resto recibió la influencia de una suerte de telurismo celeste, además del suelo patrio común que Gaztelu había hecho también suyo.

Su labor poética en Orígenes se inició en el mismo primer número de la revista, fundada en 1944; y continuaría colaborando asiduamente con sus textos líricos, el primero de ellos fue justamente “Tiempos del jardín”, incluido en sus “Poemas”, de 1940. Sus vínculos con los integrantes del Grupo se fueron consolidando incluso antes de existir la revista, mientras cuajaba la atmósfera intelectual común, en este sentido entabló una entrañable amistad con Lezama:

“He de señalar como nota esencial de mi línea poética, que, cuando la poesía en mí más que una claridad era un fervor, conocí en 1932 a José Lezama, con quien desde entonces me une constante y entrañable amistad. A él le debo mi iniciación y conocimiento en su mayor y mejor parte de la poesía llamada nueva, la publicación de todos o casi todos mis poemas y que aquel fervor inicial más penetrado de claridad haya informado o tratado de informar mi exigua labor de poesía”

En 1945, segundo año de Orígenes, publica el poema “Lied” y “Tarde de pueblo”, este último contenido en “Poemas”. Por su parte el propio término lied alude a un tipo de canción alemana profundamente íntima y expresión de auténticos sentimientos amorosos, en el caso de este poema la naturaleza constituye fuente prístina de inspiración, desde un paisaje húmido y umbrío, en cuyos elementos se detiene el poeta para refrescar la mirada.

Los poemas que publicara en la revista en 1946 pertenecen ambos a su cuaderno de “Poemas”, titulados “Suite ecuestre” y “Nocturno”. En 1947 publicó una composición titulada solo “Soneto” en torno al tema de la soledad y desde ella la comunión anhelada con dios, en este sentido una de sus pocas piezas en que prima el cincelado estético de las formas poéticas por sobre la emoción:

“Aquí me tienes, soledad, cautivo,
temblando en tu silencio, como rama:
Frente al asombro de tu llama vivo
del alto anhelo de ganarme en llama.

Como sube del fuego y se derrama
de amor contrito el humo fugitivo;
así mi voz desnuda te reclama,
huyendo hacua tu forma y centro altivo.

Mira su fuga y haz que siempre siga
-rompiendo esta tiniebla y su desvelo-
al aire de tu voz y clara espiga,

dorándose en la forma de tu vuelo.
Injértame, Señor, con fuerte liga,
cual pámpano a la cepa de tu cielo.”

De 1948 es su poema “El rostro del Magnificat de Botticelli”. Como es sabido Sandro Botticelli concibió varias obras pictóricas de tema religioso y de ellas tomó también inspiración Gaztelu para entonar un canto de alabanza –ello también recibe el nombre de Magnificat- a la divinidad entrevista en la pieza de Botticelli. Implícitamente aquí eleva el arte a categoría divina, en tanto es capaz incluso de recreaciones deíficas válidas.

En años subsiguientes continuó su trayectoria origenista, en torno al tema religioso, con los poemas de “De como el silencio fue sonoro la noche del nacimiento”, “Voz en desierto” y “A la virgen”. Su poesía rendiría también culto a José Martí, con el poema “Romance y elegía”, alusivo a la Niña de Guatemala y de una sensibilidad próxima al maestro y también reminiscente de la poética de Federico García Lorca; y “Versos patrios a Martí”, en el año del centenario. Gatzelu sería en este sentido una de las voces más fieles de “Orígenes”.

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