4.1.3.4.1 Los inicios de Heberto Padilla (1932 – 2000) en la poesía y el ámbito intelectual cubano


Heberto Padilla nació en la ciudad de Artemisa, en ese entonces perteneciente a la provincia de Pinar del Río, el 20 de enero de 1932. Desde adolescente se interesó por el mundo de las letras y ello lo llevaría a dirigir sendas revistas estudiantiles, “Paladín Colegial” y “Repórter”, en 1945 y 1946. También residió algunos períodos en Nueva York, laborando como profesor y en la faena periodística.

Su poemario “Las rosas audaces” vio la luz en 1948 en el contexto de la avalancha de versos post origenistas, aunque en este aun no cuaja una sensibilidad poética potente ni de alta hechura, moviéndose como muchos poemarios coetáneos en la órbita de Juan Ramón Jiménez y los nuevos brotes del romanticismo.

En 1959 toma la decisión de regresar a Cuba y se incorpora al universo de las publicaciones que entonces emergían con un nuevo concepto de literatura, publica textos en “Lunes de Revolución”, las revistas “Unión”, “Casa de las Américas”, “La Gaceta de Cuba” y hasta en las páginas de “Granma”, ya superado el tono neorromántico y enarbolando el coloquialismo, en cierto modo en la avanzada de su generación.
En 1962 publicó “El Justo tiempo humano”, obra en la que discurre por los cauces coloquiales de la lírica imperante pero ya con algunos hallazgos que lo distinguen del a veces neutro coro, aunque existieron otras voces que descollaron con timbres propios. Por esta obra recibiera un premio de honor por la institución de “Casa de las Américas”, ya evidentes sus dotes líricas.

Después de haber sido corresponsal de “Prensa Latina” y “Revolución” en la Unión Soviética, fundador de la UNEAC, Director Internacional del Consejo Nacional de Cultura y miembro del Consejo de Dirección del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba, se alejó y comenzó a oponerse al proceso revolucionario, lo cual puede intuirse, sin pecar de suspicacia, en los versos de “La hora” y se haría más explícito en “Fuera del juego”, siempre con intachable calidad desde el punto de vista lírico.

Aun viera la luz “Provocaciones”, en 1973, antes de abandonar la Isla, lo cual hizo definitivamente en 1980, a partir de lo cual dio continuidad a una obra que si bien evidencia en ocasiones una marcada intencionalidad política, no por ello ha dejado de alcanzar altas cimas de autenticidad y estética, erigiéndose en punto de referencia del discurso lírico de los emigrados cubanos de la coyuntura sociopolítica de las últimas décadas del siglo XX.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)