4.1 El desarrollo de la lírica cubana en el contexto republicano (1900 – 1958)


La época correspondiente a la dominación norteamericana en la Isla tuvo características distintivas, en tanto la situación política -con la carga de frustración y una atmósfera que se fue haciendo más asfixiante a medida que se consolidaba la dominación norteamericana y se agudizaba la corrupción política y administrativa- determinó en gran media los senderos de la lírica cubana.

Ya sea rebeldía, necesidad de evasión o un intimismo exacerbado como alternativa para eludir el medio social, la lírica no escaparía del sesgo neocolonial hasta que no se produjera una transformación de más hondas bases que la propia literatura, una revolución social que sentara un concepto nuevo de pueblo y también de arte.

Los primeros años del siglo no alentaron altas voces ni en la lírica ni en la narrativa, en parte por la rémora de los años de guerra y el frustrado anhelo independentista, aunque de ello no habría todavía significativa conciencia. Las figuras de Regino E. Boti, Josá Manuel Poveda y en menor medida Agustín Acosta, contribuyeron con sus despertares individuales a guiar los pasos colectivos hacia un nuevo rumbo, que retomaba la tradición pero con vocación de voz propia, de auténtico hallazgo.

El Grupo Minorista, con la adopción de una actitud militante en materia política y la propagación de los postulados estéticos del vanguardismo, implicó el cultivo tangencial de esta corriente, sobre todo en la obra de Manuel Navarro Luna, titulada “Surcos”. Sin embargo, más que asentarse como paradigma creativo, el vanguardismo contribuyó a la revoltura de las aguas y la lírica derivaría sobre todo hacia los cauces de poesía pura, poesía social y poesía negrista.

Estas corrientes respondían asimismo a determinadas actitudes ante en contexto político y social de la Cuba de entonces y su carácter opresivo. La poesía social y la denominada negrista contribuyeron a la reevaluación de la identidad cubana desde sus componentes más humildes, el verdadero rostro del pueblo.

Con la fundación de la revista “Orígenes” y la labor del grupo que configuraba su espacio social, se inició también una etapa de búsqueda de las raíces nacionales y adentramiento de la mirada en el ámbito poético internacional, un proceso de fertilización artística que trajo quizás una de las “cosechas” más importantes de la poesía cubana, en un ámbito además de luchas políticas y sociales por una identidad definitiva y a la vez, la solución del lastre de la pobreza y la dicotomía de la sociedad, que traería nuevas realizaciones a nuestra lírica a partir de 1959.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)