4.2.3.2 “Las Honradas” y “Las Impuras”, de Miguel de Carrión (1875 – 1929)


“Las Honradas” y “Las Impuras”, fueron las obras más conocidas de Miguel de Carrión, publicadas en 1917 y 1919, respectivamente. Ambas ahondan en el universo femenino en cuanto a una moralidad caduca propia de la clase burguesa; además ponen en relación este con la personalidad masculina y su potencia dominadora desde el plano de la pasión sexual y amatoria.

“Las Honradas”, entrañó un saludable movimiento en las letras cubanas, por adentrarse en un tópico en cierto modo tabú, el de la infidelidad femenina y la legitimación del deseo sexual en las mujeres, además del aborto como asunto obviado del acontecer social, con lo cual cumplió la función de espejo para la sociedad.

El personaje de Victoria y su acontecer, aun cuando es tratado con un afán de profundidad psicológica y no como arquetipo social, constituye un buen exponente de los caracteres femeninos de la etapa, surgidos al calor de la situación imperante y todas sus dicotomías económicas y sociales. Su “desliz”, el abandono del amante, el arrepentimiento y el retorno al esposo presentan un rejuego emocional bastante verosímil, heredero del naturalismo francés, sobre todo de Emile Zolá.

“Las Impuras”, tanto por su tema como por las locaciones y personajes, está muy emparentada con “Las Honradas” en cuanto a completamiento, no logrado del todo, de su inmersión en lo femenino; como dos caras de una misma moneda. Sin embargo Teresa representa la más desgarrada sumisión al ser masculino, incluso por sobre las convenciones sociales, apisonada en su individualidad por el hermano y el amante.

En esta pieza tiene un perfil más alto la situación social y la influencia nefasta de la corrupción administrativa, aún así el enfoque sigue siendo psicologista, centrado en los más íntimos conflictos de lo femenino. A veces se desdibujan los lindes entre la actitud de Teresa y la de Victoria, quizás en un afán de demostrar la impotencia de la mujer ante sus circunstancias, desde una óptica determinista de la conducta humana.

En ambas piezas, aunque el trasfondo social no constituye objeto detallado de análisis, son inteligibles las alusiones a la brecha social, acentuada por la penetración norteamericana. A través de los personajes, extendiendo un poco la mirada, puede apreciarse como el contexto político social y la moral vigente era a la vez configuradores de actitudes rebeldes o escapistas, imposibilitadas de asumirse en su necesario rol transformador.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)