4.2.7.2 El tono ensayístico y testimonial en la narrativa de Alfonso Hernández Catá (1885 – 1940)


Algunas de las obras de Alfonso Hernández Catá, dada sus inclinaciones reflexivas, están más próximas al ensayo o son de un carácter mixto en tanto contentivas de piezas de no homogénea categoría genérica. En este sentido se evidencia una cierta contradicción entre la vocación literaria y la de indagación psicológica y también social, en tanto contexto de la psicología individual.

“Zoología pintoresca” y “La casa de fieras”, publicadas en 1919 y 1922, respectivamente, constituyen bestiarios de fábulas, que ponen al descubierto los resortes secretos de la supuesta ética humana, aunque no alcanzan el cuidado estético de otras piezas. La crítica sin embargo demuestra un cierto distanciamiento expositivo que subvierte en otros textos.

Por su parte “Mitología de Martí”, de 1929, contiene narraciones y disertaciones en torno a la figura de Martí, algunos de ellas de valor testimonial, como la evocación de “Don Cayetano el informal”, que constituye una pieza laudatoria de la conducta íntegra de este hombre, basada en datos históricos. Algunas piezas muestran más recreaciones que testimonios puros pero tienen el valor de lograr desde la ficción un válido acercamiento a la personalidad del Apóstol.

Por su parte, “Manicomio”, de 1931 contiene relatos más bien diluidos en el tono de disertación propio del ensayo, en torno a la insania en su imbricación con los factores sociales. Su interés por lo humano lo lleva a adentrarse en la sordidez de estos ámbitos con una óptica cuasi científica, pero que por tal razón pierde su connotación de arte, el tratamiento de lo formal e incluso del plano argumental, relegado en tanto el autor se propone sobre todo expresar su óptica del fenómeno.

Por su parte, “Un cementerio en las Antillas”, de 1933, año clave de la historia nacional, desdice de la falta de preocupaciones políticas de Alfonso Hernández Catá, pues sus piezas abordan distintas facetas de la dictadura de Gerardo Machado –incluido un acercamiento no del todo plausible a su personalidad- y la situación revolucionaria de la etapa, además de establecer una continuidad histórica a partir de las luchas de 1968.

Además de los citados libros, publicó algunos artículos en “Gráfico”, “El Fígaro” y “Social”, entre otros medios de la época. Escribió también algunas piezas teatrales en colaboración con Alberto Insúa. Su obra narrativa ha sido traducida a varios idiomas y en su nombre se instituyó un concurso literario que estuvo vigente en las últimas décadas anteriores al triunfo de la Revolución.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)