4.2.7 La narrativa de Alfonso Hernández Catá (1885 – 1940)


La obra de Alfonso Herández Catá se considera una de las más cosmopolitas en la historia de la literatura nacional; ello estuvo determinado, además de por una vocación universalista, por su residencia en diversas latitudes, su nacimiento en España, posterior viaje a Cuba y nuevo asentamiento en el país hispano. Después de cursar la carrera diplomática y consular, prestó servicios nuevamente en España, Portugal y algunos países latinoamericanos; murió finalmente en Brasil.

La mayor parte de sus relatos están muy influidos por el positivismo y el decadentismo de impronta francesa, centrados en la psicología individual, en el comportamiento humano en relación con su medio pero este no estuvo especialmente anclado a la Isla como trasfondo, aunque algunas de sus piezas evidencian preocupaciones en torno al desenvolvimiento político y social de su terruño insular.

Sus textos no se inscriben en las tradicionales corrientes de la cuentística cubana, el criollismo o los ambientes citadinos de fuerte signo vanguardista sino que acomete el estudio de la personalidad humana, a veces desde una perspectiva arquetípica pero más usualmente en cuanto a la influencia del medio sobre la personalidad, la marginación social y sus resultantes en el comportamiento. En Hernández Catá lo social fue sobre todo un trasfondo para el estudio del individuo.

Algunas de sus obras anticipan cierta narrativa escatológica que tendría lugar en Cuba ya en el siglo XX, aunque su incursión en temas de esta índole, además del incisivo godeo, denotaba también un afán de penetrar científicamente la realidad, no solo exponer sino desentrañar las causas subyacentes, lo cual apunta al rebasamiento del propio naturalismo como corriente literaria.

Es cierto que la situación social cubana no fue el tema central de su decurso narrativo, pero algunos de sus textos sí muestran e intentan diseccionar el ambiente de la Habana, sobre todo de sus zonas marginales, en la etapa de la década del XX y la situación generada en torno al régimen dictatorial de Gerardo Machado, con una óptica que reivindica en legado patriótica de las gestas independentistas del siglo XIX.

Entre sus obras más importantes, las cuales serán abordadas en otro acápite, se encuentran: “Cuentos pasionales”, su primera obra de 1907; “Zoología pintoresca”, 1919; “Los siete pecados”, 1920; “Estrellas errantes”, 1921; “La voluntad de dios”, 1921; “Una mala mujer”, 1922; “La casa de fieras”, 1922; “El corazón”, 1923; ”Libro de amor”, 1924; “Piedras preciosas”, 1924; “Mitología de Martí”, 1929; “Manicomio”, 1931 y “Cuatro libras de felicidad”, 1933 y “Un cementerio en las Antillas”, 1933. En algunos de estos predomina el tono ensayístico por sobre la ilación argumental.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)