4.4.2.1 Las primeras incursiones de Fernando Ortiz (1881 – 1969) en el terreno del ensayo y la oratoria


Fernando Ortiz pasa la mayor parte de su infancia en Menorca, España, regresando a Cuba en 1895, allí publica un breve texto costumbrista en dialecto menorquín. Retorna a España en 1899 para continuar sus estudios de Derecho y en la ciudad de Barcelona pronuncia varias conferencias –publicadas en un folleto en la Habana en 1908- con el título común de “Para la agonografía española. Estudio monográfico de las fiestas menorquinas”.

Los estudios en torno a esta obra le permiten adentrarse en las fuentes de la cultura española, lo cual incorporaría después a su perspectiva sobre la herencia hispana como parte del “ajiaco” cultural cubano. En 1910 publica “La reconquista de América”, con el subtítulo de “Reflexiones sobre el panhispanismo” en el cual establece una continuidad argumental con respecto a sus estudios anteriores, aunque esta vez con un objeto de investigación más amplio.

Ofrece también en España una breve charla titulada “La mala vida en la Habana” como parte del comentario exegético de un libro titulado “La mala vida en Madrid”. En esta evidencia un interés que aunque surge del ámbito de la criminología, derivará hacia el estudio primero del hampa cubana y después con más amplias miras en cuanto a todos los entrelazamientos culturales que influyen en la conducta de los grupos sociales negros, ampliando cada vez más el radio de acción hacia lo insular y con resonancias universales.

En estas primeras investigaciones el interés propiamente científico constituye el leitmotiv inmediato; sin embargo los sentimientos patrios emergerán a medida que avanza en sus pesquisas y contribuirán a conformar un amplio y hondo espectro de ideas, de avanzado signo ideológico, relevantes para la intelección y el sentimiento de la nacionalidad cubana como un todo integrador.

De acuerdo con Marcelo Pogolotti, “no bien comenzó sus pesquisas, el joven investigador se halló frente a un intrincado dédalo de rutas llamadas lingüística, mitología, historia, etnografía, estética, antropología –la viviente a más de la física -, etcétera etcétera. Así, a medida que se pertrechaba de conocimientos en tales materias genéricas, se adentraba en la selva virgen afrocubana, columbrando con asombro un inmenso acervo de leyendas, formas musicales, bailes, pantomimas, sistemas sociales, inquietantes evocaciones prehistóricas y ritos y liturgia de sugestivo simbolismo”

Esta primera etapa de Fernando Ortiz fue más de meticulosa observación y búsqueda informativa que de resultados concretos -aunque siempre publicaba algunos estudios contentivos de conclusiones parciales- su incursión en las citadas disciplinas estuvo en gran medida determinada por la necesidad que intuyó de explorar realidades complementarias y precisar algunos conceptos para adentrarse en el estudio de las raíces cubanas; aunque sus intereses fueron tas vastos desde el punto de vista científico que no resulta válido encasillarlos temáticamente.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)