1.3 Instrumentos musicales utilizados por los aborígenes cubanos.
En el Areíto, los aborígenes cubanos utilizaron como instrumentos musicales los caracoles, flautas de hueso, sonajas, conchas marinas, el idiófono conocido como Mayohuacán, el guamo o fotuto y las maracas talladas de madera.
El Mayohuacán constituyó el principal instrumento para los aborígenes. Era un tambor de forma cilíndrica, sin membrana, con unas ranuras en el centro, que percutían con dos baquetas, y estaba consagrado al dios Huracán, divinidad muy temida por los indocubanos. Se tocaba durante casi todas las canciones de los aborígenes y se fabricaba del tronco de árboles gruesos. Era un instrumento sagrado y no es difícil asumir que los nativos lo esculpían y pintaban.
El fotuto, también llamado guamo, era un instrumento de viento hecho de la concha de un caracol marino, que los primitivos habitantes de Cuba usaban para comunicarse y hacer música. Consiste en un caracol marino, grande, en forma de tubo, al que se le rompía el extremo de la espiral, para soplar por él, produciéndose sonidos roncos, de gran volumen.
Las maracas de los aborígenes cubanos eran sonajeros, en su mayoría fabricados de pequeños higüeros vacíos con mangos de palos incorporados, a veces esculpidos de madera. Las maracas usadas por los behiques para los ritos religiosos, aparentemente tenían una sola bola de madera adentro—de hecho, la maraca del behique se esculpía de una sola pieza completamente de madera, incluyendo el mango. Las que usaban los músicos aborígenes quizás eran más parecidas a las modernas, y es probable que usaran dos a la vez, como la mayoría de los percusionistas contemporáneos.