El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas


Carlos Enríquez nació en Zulueta, Las Villas, el 3 de agosto de 1900; y falleció en La Habana, el 2 de mayo de 1957. Luego de cursar el bachillerato, su familia decidió costearle estudios de ingeniera en los Estados Unidos; pero una vez allí se trasladó a Pensilvania, para matricular en la Escuela de Bellas Artes de dicha ciudad, de donde sería expulsado por desavenencias con los profesores, centradas en cuestiones estéticas.

Al regresar a Cuba, en 1925, lo hizo acompañado por la pintora norteamericana Alice Neel, con quien contrajo matrimonio poco más tarde y tuvo dos hijos, Santillana del Mar (por el nombre de una localidad española) e Isabel, la primera de ellas murió antes de cumplir el primer año de vida. Para 1930, Carlos Enríquez había abandonado a su esposa y esta, luego de encontrarse también separada de su hija, intentó suicidarse varias veces, por lo que tuvo que ser hospitalizada en más de una ocasión.

En 1927 había tomado parte en el II Salón de Bellas Artes y en la Exposición de Arte Nuevo, con buena acogida de la crítica, a pesar de que su tratamiento del desnudo resultaría controversial para la época. Viajó por segunda ocasión a los Estados Unidos, también lo hizo por primera vez a Europa, donde visitó Francia, España, Italia y Gran Bretaña, entrando así en contacto con disímiles universos pictóricos y artistas de las más variadas tendencias.

De vuelta a Cuba, en 1934, intentó exponer sus obras en la Asociación de Reporteros de La Habana, pero finalmente la directora del centro se negó, argumentando que estas resultaban inmorales, dadas las rígidas concepciones de esos años. Sin embargo, la valía de su pintura fue reconocida al año siguiente, con el premio del Salón Nacional, otorgado e la pieza El rey de los campos de Cuba (Manuel García).

En 1938, su obra El rapto de las mulatas fue premiada en la II Exposición Nacional de Pintores y Escultores. Esta sintetiza las esencias estéticas de Enríquez: las transparencias, el sentido de movimiento que comunica, la peculiar sensualidad y una raigal cubanía; si bien están presentes las reminiscencias clásicas en cuanto al mito del rapto de Las Sabinas. La pieza es una de las más importantes de nuestro patrimonio y se exhibe permanentemente en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Otras piezas significativas de este artista son Campesinos felices, Las bañistas de la laguna, Dos Ríos y Combate. También pueden citarse La ahogada, Isabelita, Mujer de mármol, Carmen de España, Amor en Pirindingo, Laguna de Banao, Hijas de las Antillas, Atarés 1926, Nancy and Phoebe, Bourdoir y L’Ecuyere, entre otras. Carlos Enríquez ha sido uno de los principales exponentes de la vanguardia cubana y el que mayor conciencia tuvo de lo que significaba en sí mismo el acto de creación, en cuanto a originalidad e imaginación, más allá del academicismo y de las concepciones estrictamente técnicas.

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