La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)
Augusto García Menocal y Córdova nació el 13 de marzo de 1899; pero no se conoce la fecha de su fallecimiento. Provenía de una familia que había participado activamente en las luchas independentistas finiseculares, integrada por miembros ilustres como su propio primo, el pintor Armando García Menocal. Desde sus primeros pasos como pintor, logró impregnar sus obras de la atmósfera insular, cuna y sede de lo cubano en sus potencialidades para la plástica.
Siendo muy joven, en 1920, recibe ya el Primer Premio de la Academia Nacional de Artes y Letras de La Habana. A lo largo de su carrera obtuvo otros reconocimientos, como la Medalla de Plata de la Asociación del Memorial Roosvelt y la Medalla conmemorativa del centenario del General Antonio Maceo. Una de sus obras más notables la constituye un mural de grandes dimensiones, que representa al entonces coronel Fulgencio Batista, colocado donde más tarde se erigiría el Hospital Antituberculoso de Topes de Collantes.
Fue un artista muy prolífico y afortunadamente buena parte de su obra se ha conservado dentro del territorio nacional. En el palacio presidencial se exhibía la pieza El desembarco de Colón, y en la Academia de Historia estaban expuestos un total de 20 retratos de próceres cubanos, los cuales evidencian su interés por la temática histórica y los héroes que constituyen pilares de la nacionalidad cubana, interés que perduraría a lo largo de su vida.
También se exhiben piezas de este artista en la Sala de Historia del Museo Nacional -en particular El suplicio de Hatuey, que se remonta a los albores de la rebeldía americana contra la violencia de la conquista-, en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo de la Ciudad de la Habana, así como en Topes de Collantes, donde su legado perdura, como expresión de simbiosis entre naturaleza y arte, del dominio irrestricto de la belleza.
Concibió varias piezas que se citan en fuentes documentales sobre arte y cuyos títulos traslucen los temas que lo acompañaron, como La Amazona, La labor interrumpida, Las ruinas del Hospital de Paula, No quiero ir al cielo y El rescate de Sanguily por el Mayor Ignacio Agramonte, entre otras. Se destacó también como prosista, complementando así una labor artística que dejaría su simiente en el siglo XX cubano.