2.3.6.1 Autobiografía, de Juan Francisco Manzano (1797 – 1854 ) y su obra lírica


Juan Francisco Manzano había nacido esclavo, criado en casa de la marquesa Jústiz de Santa Ana, recibió un trato bastante amable durante la niñez pero ello cambió al ser vendido a otro amo. Sufrió como los de su raza muchas vejaciones a lo largo de su vida, incluso en 1844 es cruelmente torturado por supuestos vínculos con la denominada conspiración de la Escalera, y a todo ello resiste con admirable estoicismo.

A instancias de Richard Robert Madden, médico irlandés abolicionista, nombrado superintendente de emancipados en la Isla, en base a un acuerdo adoptado al respecto entre Inglaterra y España, Domingo del Monte, Aldama y otros realizan una colecta para comprar su libertad, cosa que consiguen en 1837. Le solicitan asimismo que redacte su autobiografía, documento que Madden se llevaría junto a otros textos literarios como muestrario de los horrores que conllevaba la abominable institución de la esclavitud.

Solo la primera parte de la autobiografía trascendió al público, pues la segunda se le extravió a Ramón de Palma, quien había recibido la encomienda de transcribirla en limpio. Su primera edición tiene lugar ya en Inglaterra, en 1840, traducida al inglés con el título de “Poems by a slave”; no se publicaría en Cuba ni en español hasta casi un siglo después, en 1937.

El hondo sentido humano y el dolido realismo de sus páginas trascienden, más allá de los valores puramente literarios, como testimonio de una vida que representaba el largo sufrimiento anónimo de toda una raza despreciada y sometida. Pero el autor poseía una intuición literaria que pudo suplir los atisbos de educación que recibió, fragmentos de estudios que nunca le estuvieron destinados pero que el esclavo supo captar de la enseñanza que recibían los blancos, y que le sirvió para dar cuenta de sus cruentas memorias.

Si es cierto que le faltaba formación académica y conocimiento de las letras, también lo es que le sobraba vida que narrar, y de ahí proviene el hecho de que se las ingeniase para superar a muchos literatos de su tiempo, más versados en todas las materias, cosa que por cierto nunca se propuso sino solo testimoniar su realidad, a lo cual sin embargo no le faltó fábula en un rico texto que entremezcla sus memorias con las tradiciones más caras a los descendientes africanos.

Por otra parte, su obra lírica está tocada por una musicalidad que endulza un tanto la melancolía y la tragedia de fondo del autor, tal ocurre en su soneto “Treinta Años”, que atrajo incluso la atención de Lezama:

“Cuando miro el espacio que he recorrido
Desde la cuna hasta el presente día,
Tiemblo, y saludo a la fortuna mía,
Más de terror que de atención movido.

Sorpréndeme la lucha que he podido
Sostener contra suerte tan impía,
Si tal llamarse puede la porfía
De mi infelice ser, al mal nacido.

Treinta años ha que conocí la tierra;
Treinta años ha que en gemidor estado
Triste infortunio por doquier me asalta.

Mas nada es para mí la cruda guerra
Que en vano suspirar he soportado
Si la calculo ¡oh Dios! con lo que falta.”

Sobre el poeta esclavo, Roberto Manzano refiere: “Voz emergida del más bárbaro fondo, Juan Francisco Manzano es un extraordinario caso de dotación artística natural. Otros tenían abundantes depósitos de instrucción al uso, y no podían extraer de ellos un adarme de la gracia que derramaba el esclavo negro” Su lírica ha quedado en la historia como la más honda expresión emanada de un poeta desde el seno de la esclavitud en la Cuba de entonces.

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