2.3 Aportes de la música africana a la música cubana.


El aporte de los africanos es decisivo y valioso en la formación de la nacionalidad cubana, siendo el mayor antecedente de dicha nacionalidad; define en el ámbito musical la textura sonora de lo que se ha llamado y se conoce como cubanía.

Cuando se habla de aportes de la música negra en la música cubana, un componente demandante es hablar de los tambores y del sentido rítmico que posee la raza negra. Características como la polirritmia, la alternancia del solista con el coro, además de la estrecha relación entre lenguaje y música y lenguaje y tambor, son elementos de análisis inevitables al hablar de la música afrocubana, especialmente en el Son y la Rumba.

Desde el Siglo XVI cubano y hasta nuestros días, las músicas negras de antecedente africano han tenido un hondo proceso de transvaloración musical que ha modificado, no solo los elementos formales, sino también los modos de ejecución, los patrones rítmicos, el desarrollo melódico y tímbrico y la conjunción armónica en la música cubana.

De especial significación en la música ritual de Cuba y sus derivaciones profanas, son los rezos, toques y cantos a los orishas, de los grupos yorubas y congos de nuestros días. Su trascendencia en la variedad instrumental y en particular de tambores, radica en la actualidad en la incorporación de los tambores batá en las orquestas de soneros y salseros en los últimos años.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)