2.5.1.2 La Labor crítica de Enrique Piñeyro (1839 – 1911)


Enrique Piñeyro estudió jurisprudencia y filosofía, fue profesor en el Salvador y se interesó por diversas materias científicas. No se dedicó a la creación literaria y esta actitud coadyuvaría a la concienciación de la crítica como una rama separada de la creación propiamente, aunque tributada y tributante. Aun con sus conocimientos de diversas disciplinas, no mezcló estas en el estudio de la literatura y esta constituyó su mayor pasión, como testimoniaría:

“Quería ser crítico de libros, verle la entraña oculta, encontrar la fuente virgen donde brotaban las ideas y las formas de las obras literarias. Ese ha sido el afán de toda mi vida, no sé hasta qué punto lo he conseguido, pues siempre he permanecido en la actitud discipular, aprendiendo y ensayando en todo momento”

Esta actitud discipular lo llevó a tomar muy en cuenta las enseñanzas de Ramón Zambrana, con quien sin embargo tomaría parte en célebres polémicas. Además de la literatura cubana, se ocupó del estudio de la producción francesa y otras, lo cual, lejos de apartarlo de lo insular, contribuyó a que mantuviera una mirada fresca y actualizada sobre el acontecer literario a nivel “global”, aunque muchas literaturas eran todavía silentes u objeto de similar discriminación de la que sufrían las sociedades que las crearon.

Piñeyro se interesó fundamentalmente por la narrativa, en el que le tocó un tempo bastante complejo en tanto fenecía el romanticismo y se abrían paso los postulados de la novela realista. También se ocupó del teatro, donde sobresale un estudio de la obra de Luaces que quedó inédito e inconcluso dada la muerte de este y en cuanto a poesía, supo intuir la perniciosa influencia no tanto del mal gusto sino del hecho de manejar sin ambages esta etiqueta para clasificar figuras y períodos.

Introdujo asimismo el positivismo como paradigma para el análisis de los textos literarios, el cual resultaría para ese momento un paso de avance, aunque haya fallado flagrantemente en su abordaje de temas vinculados a la subjetividad. Su intuición y vasto andamiaje de conocimientos le permitió calar un poco más en los análisis, perseguir la justeza de las valoraciones y en definitiva configurar una mirada propia para lo propio, antecesora de otras ópticas que se desarrollarían en las postrimerías del siglo XIX.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)