3.4.3 La obra política e histórica de Manuel Sanguily (1848 – 1925)
La actividad como orador desplegada por Manuel Sanguily durante la etapa de guerra y entreguerras, se complementa con su labor como periodista revolucionario, en la cual abogaba no solo por la independencia sino por un modelo avanzado de sociedad democrática.
Sus textos de la manigua comienzan a publicarse en “El boletín de la guerra”, “La estrella solitaria” y “La independencia”, que se editaba en Nueva York, la mayor parte de estos aparecieron rubricados con el seudónimo de Otto.
Después del Pacto del Zanjón continuó publicando textos de cariz político, aunque a veces ganado por el inmovilismo imperante en la sociedad y próximo al autonomismo. En los años de 1892 y 1893, vio la luz el periódico “Hojas literarias”, el cual concibió en su totalidad y fue espacio para sus dotes como polemista político, histórico y literario.
En esencia no había claudicado de un independentismo medular, ahora en un estilo más pulimentado, a la vez que evidente dominio de los matices y tonos de la lengua. En 1895 se radicó en los Estados Unidos, donde continuaría desarrollando su labor de propaganda y se gestaría en su ideario el antiimperialismo que caracterizó sus actividades públicas en la República.
La trayectoria periodística iniciada en la etapa colonial continuó después de instaurada la República, textos suyos aparecieron en disímiles publicaciones, tales como: El Triunfo, Heraldo de Cuba, La Habana Literaria, El País, El Libre Pensamiento, Revista de Cuba y Revista Cubana, Cuba Contemporánea, Revista Bimestre Cubana, Revista de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de la Habana, entre otras.
Desde el punto de vista de la historiografía, integró la membresía de la Academia de Historia de Cuba y escribió textos que, desde una perspectiva más ensayística que académica, contienen certeros análisis sobre el colonialismo en Cuba y la situación de América. Ofrece una definición, a un tiempo sintética y lírica, de la esencia de la historia como realidad más que como disciplina científica:
“La historia es el esfuerzo perpetuo del espíritu contra la forma, la reproducción eterna del ave que rompe el huevo solicitando mejor existencia y son las instituciones moldes de las sociedades, que se endurecen y oprimen, que desfiguran y matan, que a veces resultan estrechas, porque envejecen mientras las sociedades se renuevan, y que, por lo mismo, deben cambiar a compás de ellas, si se quieren evitar la violencia y el dolor; deben modificarse a tiempo, para que no sean desbaratadas al estampido de la revolución”