3.5.1 Textos testimoniales escritos durante le Guerra de los Diez Años (1868 – 1878)


La truculencia de los combates y la vida en campaña fue plasmada en testimonios sencillos y veraces de quienes a veces ni siquiera ostentaban altos rangos militares y también importantes jefes militares sin dotes literarias; lo mismo ocurre en el caso de la amplia actividad diplomática desplegada para recabar el apoyo de Estados Unidos y las naciones latinoamericanas y europeas; fundamentalmente el país del norte, que suscitó importantes escritos memorísticos.

De esta índole es el texto de Enrique Piñeyro, “Morales Lemus y la revolución de Cuba”, el cual está escrito en un estilo de sobria elegancia y posee además un valor histórico notable no solo por referirse a los hechos que tenían lugar en Cuba, la situación política de la corona española y las maniobras diplomáticas protagonizadas por el presidente de los Estados Unidos, Ulises Grant, y el Secretario de Estado, Hamilton Fish, en torno al futuro de la Isla; sino por la propia voluntad de correlacionar los hechos para completar una verdadera panorámica de la época.

Por su parte, Antonio Zambrana fue autor del folleto, “La República de Cuba”, publicado en 1873, poco después de su llegada a Nueva York. En el texto, Zambrana relata su participación en la lucha insurreccional, a la vez que valida la justeza de la causa de los cubanos, por lo que este constituyó un arma de propaganda efectiva para alcanzar el reconocimiento diplomático de las naciones del continente a la lucha del pueblo cubano, importante como punto de partida para recabar cualquier apoyo logístico.

De una naturaleza directamente condenatoria, fue el texto de Fermín Valdez Domínguez, titulado “El 27 de noviembre de 1871” – cuya primera versión apareció en España en 1873, bajo el título de “Los voluntarios de la Habana en el acontecimiento de los estudiantes de medicina”- contentivo de elementos que demuestran inexorablemente la magnitud de la injusticia cometida contra los jóvenes estudiantes y la ensañada crueldad de los voluntarios y por extensión, de la administración colonial de la Isla.

En sentido general estos autores, más que demostrar aspiraciones literarias, pretendieron dejar constancia de los hechos en que participaron directamente, ya sea de naturaleza bélica, diplomática o asociada de algún modo a la administración colonial española. Los más profundos, como el de Fermín Valdés Domínguez, rebasaban el mero recuento de los hechos para abordar el contexto político dentro del cual habían tenido lugar.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)