3.5.3 Testimonios surgidos de los deportados a Fernando Poo en 1869


Fernando Poo es el nombre que tenía en aquel entonces la isla volcánica tropical de Bioko, que forma parte de Guinea Ecuatorial. Esta fungió como arbitrario destino de aproximadamente 250 personas que fueron deportadas por la administración colonial española, algunos que no habían querido emigrar y otros sin recursos para emprender la tentativa, vinculados real o presuntamente con el movimiento conspirativo que se desarrollaba en las ciudades que no estaban en guerra.

En el propio año 1869 se publicaron en Nueva York dos obras que relataban estos aún hoy poco conocidos sucesos. El primer texto se debe a la pluma de Miguel Bravo Senties, titulado “Deportación a Fernando Poo. Relación que hace uno de los deportados”, el otro texto “Los confinados a Fernando Poo, e impresiones de un viaje a Guinea” fue redactado por Francisco Javier Balmaseda (1823 – 1907) quien ya tenía una trayectoria como poeta, teatrista y periodista en su natal Remedios.

El texto de Francisco Javier Balmaseda es superior desde el punto de vista literario, ambos se proponen denunciar la precaria situación vital que padecieron durante el confinamiento en la Isla, respaldados por una serie de documentos históricos que se generaron en torno a la deportación y sobre todo el relato minucioso de lo que iba acaeciendo a medida que se aproximaban a su destino y al instalarse definitivamente en el territorio.

Ya con alguna distancia temporal de los sucesos de la deportación, entre 1892 y 1893 –sintomático el hecho de que hubieran transcurrido tantos años y encontrarse próxima, intuida ya, una nueva rebelión- volvió a surgir el tema en la literatura, esta vez con el texto de Juan B. Saluvet, “Los deportados a Fernando Poo en 1869”, en el cual no se atisba casi ningún matiz de denuncia sino más bien el mal encubierto objetivo de la integridad.

Por su parte, el tabaquero Hipólito Sifredo y Llópiz, publicó “Los mártires cubanos en 1869” quien apoyaba al partido autonomista. Aunque relata con alto grado de veracidad sus experiencias y el deseo fallido de regresar a Cuba, el texto no trasluce ningún fin ideológico en sí mismo sino solo dejar constancia de las peripecias que implicaron los años de deportación.

Todos estos textos, de desigual calidad literaria, ilustran sin embargo la arbitrariedad española que dio inicio a la compleja “aventura” y constituyen testimonios de hechos poco divulgados, quizás por la vorágine de las acciones propiamente bélicas y el cúmulo de textos de la literatura de campaña, que permiten reconstruir la historia colonial y figuran en el entramado histórico – literario de los albores de la nación.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)