3.5.8 Piezas testimoniales escritas después de concluida la Guerra de los Diez Años, el legado documental de Máximo Gómez (1836-1905)
Aunque distantes en el tiempo, existieron varias interpretaciones sobre el significado de la gesta y dentro de ella el pasaje de la capitulación en el Zanjón, punto iterativo de la literatura bélica, quizás porque los protagonistas necesitaban conjurarlo a través de la plasmación, analizarlo hasta agotarlo para poder empezar un nuevo cometido conspirativo, que heredara la mejor tradición bélica del decenio de 1868 – 1878.
Recién concluidos los acontecimientos, desde dos enclaves de la emigración cubana, Kingston y Nueva York, se publicaron dos obras que respondían a idéntico título “Convenio del Zanjón”, debidas a Máximo Gómez y Ramón Roa. Ambas constituyen alegatos de defensa de la actitud asumida por los autores; pero sobre todo apuntan directamente a las causas que motivaron tal desenlace, en torno a la desunión en todos los frentes de batalla.
Máximo Gómez publicó además otros textos narrativos que ilustran combates y combatientes poco conocidos de la Guerra de los Diez Años, con el mismo estilo directo que caracterizó su gestión como jefe militar.
Entre estos textos figuran “El viejo Eduá” y “El héroe de Palo Seco”, publicados en Cayo Hueso en los años 1892 y 1894 respectivamente. Redactó asimismo “Mi escolta” y “La odisea del general José Maceo”, que se inscriben en la misma línea de vindicación de pasajes desconocidos y protagonistas anónimos. En su diario personal recogió no solo lo acontecido en la Guerra de los Diez Años sino toda su labor conspirativa desde 1868 hasta 1898.
Gómez manejaba con bastante soltura los resortes de la épica, lo cual se hace patente en la ilación narrativa de “El Héroe de Palo Seco”, calificativo con el que se refiere al Teniente Coronel Baldomero Rodríguez, cuyas acciones coloca en primer plano de la batalla: “El Teniente Coronel Baldomero Rodríguez sobrevivió al acto de su heroísmo en Palo Seco, añadiendo siempre notas brillantísimas a su hoja de servicios (…) Duerme en paz atrevido y osado guerrero; tu memoria no ha muerto ni puede morir para tus compañeros que lidiaron junto a ti por la redención de la Patria”
Por su parte en “El viejo Eduá” se refiere a un esclavo de 60 años que le sirvió incondicionalmente como ayudante; en este relato sobresale el hecho de asumir como meollo de la narración parte de la vida de un representante del sector más preterido de la sociedad. Revela asimismo un sorprendente conocimiento de los sentimientos humanos, a través del personaje de Eduá.
Gómez, como hombre de acción, suplo plasmar la acción con bastante fluidez; aunque no dominara del todo las herramientas de la lengua; en cambio utilizó el humor y otros recursos que confieren a sus textos un interés adicional al meramente testimonial, su obra se asocia a la corriente historiográfica romántico – nacionalista, como algunos estudiosos la han denominado y presenta un interés notable para conocer el devenir bélico de la nación y como este cristalizaría en la literatura.