3.5 Desarrollo y exponentes de la literatura testimonial del período de 1868 – 1898


La literatura testimonial constituyó un medio idóneo para plasmar la situación de la manigua y dar a conocer, aunque a veces no pudiera ser de inmediato, la verdad sobre las acciones tácticas y estratégicas de los mambises y de las tropas españolas.

En la gran mayoría de los casos quienes relataban las memorias de determinados acontecimientos no dominaban los rudimentos de la literatura pero aún así legaron textos importantes desde el punto de vista histórico y no exentos de belleza artística.

Además de los testimonios propiamente bélicos, se sumaron aquellos dejados por quienes cumplían alguna función relacionada con la gesta pero no precisamente en el campo de batalla; en este sentido, el diario de Francisco Vicente Aguilera constituye una vívida memoria tanto de su honestidad en el desempeño de las gestiones en Estados Unidos, al frente de la representación de la República en Armas, como de las divisiones intestinas entre aldamistas y quesadistas que minaban los esfuerzos para apoyar el movimiento insurreccional.

En el período de tregua o en distintos puntos de la red de apoyo en torno al movimiento independentista, en sus lapsos de manifestación bélica, también se escribieron textos de imperecedero valor testimonial, incluso la correspondencia cursada entre los principales conspiradores y jefes militares tiene extraordinaria importancia histórica y literaria, como es el caso del intercambio epistolar entre Máximo Gómez y José Martí.

Cabe citar asimismo el diario de Panchito Gómez Toro, que contiene importantes claves de la personalidad del Apóstol, a quien acompañaría en uno de sus viajes por Estados Unidos, además de apuntes que coadyuvan a reconstruir los caracteres de próceres como Antonio Maceo y su propio padre.

Incluso se escribieron obras no vinculadas directamente con acciones combativas pero sin con la crueldad desatada por las huestes españolas contra la población civil campesina, como el crudo texto titulado “El 6 de enero de 1872”.

En sentido general todos estos textos, más o menos relacionados con las interioridades de la lucha en la manigua, contribuyeron a conformar los conocimientos que hoy tenernos sobre uno de los períodos históricos más importantes desde el punto de vista de la nacionalidad y el camino de su defensa. Muchas de estas piezas fueron después pulidas desde el punto de vista estético y constituyen valiosos cimientos sobre los que se yergue la literatura actual de la nación.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)