3.6 Textos historiográficos en la etapa colonial, de 1868 a 1898, el desarrollo del género biográfico


El desarrollo de las investigaciones históricas y la conformación de este campo de conocimientos como disciplina científica no ha estado al margen de la literatura, precisamente porque se vale de la lengua e incluso de algunos recursos retóricos y literarios para plasmar sus resultados cognoscitivos, lo cual es aún más válido para etapas tempranas del desarrollo de los estudios historiográficos y resulta aplicable a la Cuba colonial, incluso en el texto referencial “Historia de la Literatura cubana” aparece un acápite sobre estudios históricos.

Mientras que los textos testimoniales focalizan memorias particulares de participantes directos de hechos cuya importancia acredita dejarlos registrados documentalmente, los estudios históricos asumen una postura crítico – valorativa –tomando como fuente los propios testimonios- y se abocan a la reconstrucción de períodos y a dilucidar la veracidad de los acontecimientos.

Los estudios de esta índole no abundaron en Cuba, pues usualmente los datos fundamentales del proceder de la administración colonial y de las tropas a su servicio estaban vedados a los ciudadanos comunes; por otra parte, excepto algunos textos testimoniales ya citados, mucha documentación de la manigua cayó en manos de los soldados enemigos y fue destruida, por lo que se tornaba difícil reconstruir algunos hechos desde una perspectiva no sesgada.

Un género arraigado en la historia que si tuvo algún desarrollo fue la biografía, aunque tardío, pues se asocia a los albores de la nacionalidad, en tanto surge de la necesidad de destacar la trayectoria de cubanos, “criollos”, por sobre peninsulares inmigrantes y vinculados a la política.

El género sin embargo en sus inicios no tuvo un carácter literario, pues en el afán de objetivar la personalidad de los biografiados se plasmaba solo la vida pública y se privilegiaba el plano documental como única evidencia verdadera de las actuaciones.

Sin embargo, la objetividad resultaba muy relativa en tanto los autores pretendían enmarcar las personalidades sobre las que escribían en sus propios códigos ideológicos. En este sentido, las figuras de Félix Varela y José de la Luz y Caballero, entre otras, fueron distorsionadas en algunos aportes historiográficos.

La proyección biográfica de los escritores cubanos fue curtida por algunas influencias foráneas, pues el género también estaba sufriendo un proceso de transmutación en Europa, a tono con los hallazgos de la psicología y otras ciencias sociales. Dicho género fue cada vez más “literaturizado” en tanto se entendió que para reconstruir perfiles de personalidad distantes en el tiempo era necesario un poco de energía figurativa y capacidad de recrear el etos, para la evocación de la figura histórica con más verosimilitud.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)