3.7.7 Las incursiones en la crítica literaria de Rafael Montoro (1852 – 1933)
Rafael Montoro, a la par que se destacó en la oratoria política ejercida en su tiempo, también como académico concibió discursos y conferencias importantes para el arte y la literatura insular, muchas de sus ideas aparecen excelsamente expresadas en su texto “La música ante la filosofía del arte”, al cual se suman otros en que se entremezclan juicios críticos merecedores de atención.
Su pieza “El realismo ante el arte dramático”, resulta interesante en tanto vindica la necesidad de estudiar el género y brindar algunas preceptivas sobre su cultivo y apreciación. Los juicios que emite de hecho tienen implicaciones para otros géneros, lo rebasan y han constituido desde antaño motivo de polarizada reflexión, como su concepción de que el arte debía abocarse a la belleza y obviar la escatología social, por nombrar de alguna manera todo lo negativo que aquejaba a la sociedad en los ámbitos físico y moral.
En el prólogo a una obra de Aurelio Mitjans publicada póstumamente, “El movimiento científico y literario de la isla de Cuba”, Montoro asume que el africanismo estaba minando al teatro cubano, juicio en el cual está latente cierto racismo y el hecho de aspirar a motivos dramáticos importados de Europa. Se preocupaba asimismo por la actitud del público en la recepción del arte de las tablas.
Algunos de sus ejercicios críticos tienen huellas impresionistas y una retórica que imita a la propia literatura, como es el caso del texto titulado “Alfredo de Musset”, en que estudia en exiguas páginas la vida y la obra del poeta y narrador francés.
Montoro había alcanzado cierto reconocimiento en España, donde residió toda la década de la Guerra de los Diez Años, entre 1868 y 1878. En una disertación del literato y académico español Francisco de Paula Canalejas, titulada “La poesía dramática en España”, este varias veces se refiere a las ideas de Montoro en materia de literatura, como su temor a “la intrusión del gobierno en las sagradas esferas del pensamiento” y menciona asimismo “la brillante vehemencia del Sr. Montoro, rico en inspiraciones, siempre que pone su atención en las nobilísimas ideas de ciencia, libertad y progreso”
A pesar de reducir un tanto el universo cultural cubano a la herencia europea y particularmente española, no dejó de reconocer como de alto vuelo lírico, equiparable a las mejores piezas poéticas gestadas en el continente europeo, las obras de José María Heredia, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) y a preocuparse por el desarrollo y la recepción de la literatura autóctona.