3.7 Desarrollo y exponentes de la crítica literaria en el período de 1868 – 1898
La crítica literaria del período de guerra y entreguerras, aunque a grandes rasgos responde a las mismas concepciones teóricas, varió de modo apreciable tras el Pacto del Zanjón, correspondiente en cierta medida al propio espectro ideológico en que se movió la sociedad cubana de entonces.
En este sentido, la emigración había marcado una escisión en tanto el sector más revolucionario de la sociedad se concentró en el exterior y desde el punto de vista literario asumió la esencia de la literatura, que es la propia creación, en tanto en la Isla se desarrollaban fundamentalmente las actividades de análisis y crítica literaria, sin restarle importancia a los estudios de esta índole, pero que se alimentan en primera instancia de las plasmaciones de la faena creativa.
Aparece en esta etapa el cariz crítico de Enrique José Varona, quien también visitó otros ámbitos literarios, lo cual sucede asimismo con Enrique Piñeyro y Manuel Sanguily, intelectuales si se quiere realmente integrales de la época.
Los aportes críticos de estos autores aparecen por lo común entremezclados en el periodismo y también en el proselitismo político que desarrollaron, en obras que se abordan en los acápites correspondientes a oratoria política, ensayo e historiografía.
Otros críticos que marcaron pauta en la época fueron Ricardo del Monte, Rafael María Merchán, Rafael Montoro, Aniceto Valdivia, Manuel de la Cruz, Emilio Bobadilla, Aurelio Mitjans y José de Armas y Cárdenas, en cuyos textos pueden rastrearse los principales itinerarios que siguieron en Cuba las corrientes y teorías literarias vigentes en el orbe.
La crítica literaria cubana no estuvo desligada del canon imperante en América Latina, donde el positivismo suscitaba gran entusiasmo en tanto permitía crear una ilusión de objetividad.
Además de los investigadores literarios más lúcidos ya citados, proliferó también una crítica incisiva que tomaba como blanco incluso la personalidad y la vida de los autores, caracterizada por sus juicios a priori y por su falta de sustentación científica. En este sentido el positivismo, con sus inherentes sesgos, constituyó inicialmente un paso de avance para el corpus de ideas sobre crítica literaria y también filología y lingüística.