3.8.3 La obra poética de Nieves Xenes (1859 – 1915)


Los poemas de Nieves Xenes no fueron publicados íntegramente hasta después de su muerte, en un volumen que compiló y prologó Aurelia Castillo de González; su decisión de dedicarse a la vida doméstica determinó que dejara de escribir, por lo que no fue muy prolífica su obra, pero cabe reseñarla como muestra de la lírica femenina de la etapa.

A pesar de haber cursado solo la instrucción primaria, demostró desde temprano una fuerte predisposición poética, que quizás le costó reprimir para adecuarse a las exigencias del matrimonio u otras instituciones sociales. Frecuentaba con cierta asiduidad las tertulias literarias de José María de Céspedes y Nicolás Azcárate, lo que le valió algún reconocimiento, siempre tamizado por su condición de mujer.

Recibió algunos lauros, entre ellos la flor natural en los Juegos Florales de la Colla de Sant Mus, por su texto “El poeta”, en el año 1887. Asimismo, su poema “Julio”, le valió la medalla de oro de la revista “Cuba y América”, en 1907.

Aunque su obra no es de relieve en el panorama de la lírica cubana –si en cuanto a su cultivo por mujeres, normalmente relegadas por la coerción social y la ausencia casi total de oportunidades educativas- destacan en sus versos ciertos atisbos de un pensamiento nacionalista –quizás más intuitivo que fruto de una meditada ideología- que rechazaba el colonialismo, lo cual puede apreciarse en versos dedicados a Luisa Pérez de Zambrana, y en su poema titulado “A una tórtola”, de los que respectivamente se reproducen fragmentos:

“Rendida, vacilante y sin apoyo,
va por senderos de escarpadas rocas,
en la cabeza olímpica llevando
la luz del genio y del dolor la sombra.
(…)
Patria infeliz que tras heroica lucha,
en lastimosa postración caída,
bajas la triste frente mancillada
de eterna esclavitud con el estigma!”

“A una tórtola

Desdichada avecilla,
¿Por qué rebosa
tan intensa amargura
tu voz hermosa?
¿Por qué tu acento
más que acento
parece triste lamento?
(…)
¿Por qué, pues, estás siempre
triste y llorosa,
y siendo bella y libre
no eres dichosa?
¿Qué amarga pena
tu candorosa vida
de angustia llena?
(…)
¿Sientes como yo acaso,
ave inocente,
de dichas que no existen
anhelo ardiente?
¿Turba tu calma
esta ansiedad que llevo
siempre en el alma?
(…)
Linda y tierna avecilla,
tu triste queja
vuelve a exhalar mañana
junto a mi reja;
que mis pesares
adormece el arrullo
de tus cantares.”

En el poema dedicado a Luisa Pérez de Zambrana está implícito cierto homenaje a la lírica femenina, en el segundo establece un diálogo intertextual con “La fuga de la tórtola”, de José Jacinto Milanés, en el cual está latente cierto cuestionamiento a lo que es la libertad, sobre lo cual pueden tejerse interpretaciones que desemboquen en el ámbito de lo político.

A lo largo de su vida colaboró en diversas publicaciones periódicas, entre las cuales se incluyen: El País, La Lotería, El Triunfo, Revista Cubana, Letras, El Fígaro y La Habana Elegante. Al igual que Aurelia Castillo, fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras.

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