4.1.1.10.5 El poemario “Más allá canta el mar”, 1938, de Regino Pedroso
Este texto constituye la obra cumbre de Regino Pedroso en tanto consigue aunar por fin un contenido político y social de hondura a una expresión poética depurada, en versos precisos y de alto valor connotativo, fruto de una gran experiencia cognoscitiva y vivencial en su trabajo con la lírica, desde el contenido y la emoción, para después buscar la pulpa entre la vestidura de las palabras.
El mar constituye a lo largo del texto un símbolo de la vida, sus colores, su oleaje a veces manso y otras vertiginoso, las vicisitudes que el hombre encuentra a su paso como ser individual –el marinero desnudo, atormentado por el oleaje amargo- y el bregar colectivo contra las fuerzas hostiles. Sin embargo, más allá de la metáfora, tiene una diáfana percepción sobre la vida como “orden social”, impuesto por los propios hombres y no inmanente coyuntura.
Aunque estos versos tienen también un contenido social, este atraviesa el tamiz de su yo individual, se instala dentro del ser que canta y siente como todos, sin salirse de su intimidad creadora, fruto de una mayor interiorización de su entorno social, una identificación más plena y que no se realiza desde lo consciente sino que le viene de un conmoción más honda.
El texto tiene cierto tono épico en tanto sentido histórico del vivir del hombre sobre la tierra, resulta de una mayor amplitud que sus textos precedentes en tanto sale del marco del taller y sus máquinas como ámbito restricto de lo humano para lanzarse a la vastedad del mar, a la vez símbolo de lo inmutable en el tiempo.
Resulta significativa la sensorialidad de su poética, de un impresionismo que después a través de la asociación desemboca en más amplias generalizaciones, teoría y poética de lo humano que se engarzan. A veces el texto deja traslucir sentidas notas de pesimismo pero en general el autor confía en la fuerza del hombre para domar su destino, aun aquel que otros hombres traten de imponerle.
Esta pieza, que le valió el Premio Nacional de Literatura de 1939, constituye un peldaño superior en la aprehensión poética del mundo de Regino Pedroso, donde lo político y lo social se insertan en una perspectiva amplia de lo humano, plasmada en un lirismo de altos quilates, con asideros en el dominio de disímiles recursos expresivos, que hacen de esta una de las más importantes de poesía social y de poesía en su amplia acepción para la tradición cubana.