4.1.1.11 La obra poética de Juan Marinello (1898 – 1977)
El “poeta en vacaciones” como se autocalificara Juan Marinello, fue sobre todo un atildado ensayista, pero aún así legó algunas piezas poéticas dignas de atención, la mayor parte de estas recogidas en el volumen de “Liberación”, publicado en 1927, además de poemas sueltos que dio a conocer en revistas de la época, con buena acogida sobre todo de sus coetáneos asociados a la generación del Grupo Minorista.
La vocación poética no fue en él un llamado permanente, en buena medida porque se entregó a la causa revolucionaria prácticamente desde la instauración del machadato y en etapas posteriores; aunque llegara a ocupar algún cargo político, asumió siempre una actitud de izquierda como revolucionario consecuente, quien alcanzaría su plenitud personal e intelectual tras el 1ro de enero de 1959.
Su obra lírica da también cuenta de la transición desde el modernismo y el romanticismo ya anacrónico que se manifestó de modo mimético en los albores del siglo, hacia posiciones de vanguardia pero como puente hacia el denominado purismo, lo cual resulta contradictorio si se tiene en cuenta que esta corriente abogaba por llegar a la médula de la poesía a través de un desasimiento de las circunstancias, del entorno, de la propia historicidad; y el poeta sería un decidido militante de las causas sociales.
Sin embargo, sus poemas connotan precisamente las contradicciones entre dos actitudes convivientes en su generación, la contemplativa y la proactiva o francamente revolucionaria, de la primera quedan vestigios en algunos de sus versos de corte intimista, donde predomina el hastío vital y la evasión propia del modernismo.
Su tendencia hacia el purismo se va perfilando, con un alto sentido de lo lírico, en muchos de sus poemas, entre los que cabe citar: “Palabras”, “Flecha, metal”, “Paréntesis”, “De nuevo mar” y “Vuelta”, en el que el juego con las palabras desplaza los elementos que constituyen referentes de la realidad, embriagado el poeta por el sabor del léxico y la cuestión de la poesía per se a ultranza.
Aún así, mantiene la espera, al igual que Villena clama en otros versos, de un suceso, algo que transmute su ser y lo reconcilie con sus circunstancias, lo cual puede interpretarse desde un punto de vista político:
“Yo sé que ha de llegar un día
claro como ninguno,
y que la antigua alegría
vivirá de nuevo a su conjuro.
Yo sé que ha de llegar un día.
Yo sé que esta tristeza,
sin causa y sin objeto
-que es como un don divino-,
se alejará en secreto,
igualmente que vino.
Yo sé que en una tarde
que tendrá una tristeza insuperable,
se hará el milagro, y al llegar el día
renacerá mi claridad interna,
¡la claridad tan mía!
Yo sé que será tarde
para amar y reír.
Yo sé que el corazón, al deslumbrarse
con la nueva alegría,
añorará su antigua tristeza inexpresable.
Yo sé que será tarde,
mas espero ese día.”