4.1.1.14 Cubanía y confluencias poéticas en Nicolás Guillén (1902-1989)
Nicolás Guillén es con sobrada razón el Poeta Nacional de Cuba; y esto no por razones políticas sino debido a que fue quien mejor supo integrar, con más altura estética, las corrientes culturales varías que venían fluyendo desde siempre hacia la conformación de la nación, con una apuesta decidida por el pueblo, sus dolores y sus modos de expresión, desde la superación de la dicotomía negro – blanco y otros lacerantes desencuentros, para tomar partido por los desposeídos y explotados.
El negrismo, amén de algunos escasos poemas de corte modernista, fue el punto de partida de la lírica guilleniana, corriente que cultivó con asiduidad a finales de la década del 20 y principios de la del 30, pero con resonancias que impregnarían toda su trayectoria poética posterior.
Su “negrismo” tuvo contactos con otras producciones de esta índole pero fue definitivamente único en el contexto insular e inclusive latinoamericano por la indagación en torno a la situación social del negro y de la negra, las causas subyacentes a ella y una historia de la raza en Cuba que no se propone pero aflora desde un tono para nada docto y sí de un lirismo sucinto, de gran contenido de pueblo, a donde regresaba siempre amplificado por músicos y cantores que incrementaron así el radio de acción de la obra de Guillén.
Los hallazgos rítmicos de Guillen se patentizan en la poetización del son y el manejo efectivo de una variedad de metros y ritmos que producen un efecto eufónico sin parangón en la Isla. A ello se suma el empleo de motivos y elementos léxicales arraigados en los solares habaneros, con un matiz de hilaridad que le permite su vez llegar a más hondos condicionamientos, sin constituir jamás un panfleto contra la discriminación.
Sin embargo Guillén no se detuvo en la poesía negra sino que ella le permitió ampliar cada vez más la base social de su poética, en definitiva del lado de los humildes pero por la abundante carga lírica y su propia defensa de los desposeídos de otras latitudes, su verso alcanzaría universalidad y atemporalidad en los tópicos más caros a hombres y mujeres que sueñan y fomentan la utopía de un mundo mejor.
Tras el Triunfo de la Revolución, la obra Guilleniana alcanzó su más pleno sentido, en primera instancia porque había ya augurado e invocado desde su poética lo que sería después sustancia de la Revolución –había militado incluso en el Partido Comunista- y se dedicó a cantar las victorias del proceso en tanto eran estas para el pueblo, pues le brotaba desde sus raíces éticas y estéticas un homenaje que mantendría hasta su muerte en 1889.