4.1.1.2 La obra literaria de Regino E. Boti (1878 – 1958)


Regino E. Boti, junto a Agustín Acosta y José Manuel Poveda, integró la tríada de bardos que se ocuparon en sus creaciones y teorizaciones de sacar a la lírica cubana del anquilosamiento de principios de siglo, determinado tanto por la reiteración y progresivo vaciado semántico de los moldes románticos como por causas sociales más amplias asociadas a la frustración del anhelo independentista que significó el sistema político instaurado en 1902, que determinaba la condición subalterna de la Isla con respecto a los Estados Unidos en casi todos los órdenes.

El escritor había residido en Barcelona entre 1895 y 1898, en la etapa en que Cuba libraba una de sus más trascendentales luchas de liberación, por lo que quizás el desencanto no hizo mella en él con la misma fuerza y se reveló desde temprano como un poeta avocado a encontrar su propia voz, a la par que elevar a una mayor altura estética el concierto nacional del que se sentía parte.

Aunque su primer texto poético fue “Arabescos mentales”, de 1913, ya antes había publicado algunos textos en prosa a modo de pesquisa histórica e incluso de reivindicación del ser nacional, a través de la loa a la región de Guantánamo. Cabe citar “Rumbo a Jauco” y “Prosas emotivas”, ambos de 1910; “Notas biográficas del General Guillermo Moncada”, 1911 y “Breves apuntes acerca de los orígenes y fundación de esta ciudad (Guantánamo)”.

Además del citado poemario, que amerita un abordaje particular, al igual que “El mar y la montaña”, de 1921, considerado la más alta cima alcanzada por el autor en cuanto a realización estética, publicó “La torre del silencio” en 1926; a través de estos se aprecia como Boti va aguzando su sentido poético del mundo y depurando de retoricismos su decurso versal, sin perder un eclecticismo auténtico, cimentado en la pluralidad de estados intelectivos y emocionales del sujeto lírico.

Colaboró con numerosas publicaciones de la época, generalmente con textos que intentaban despertar el parnaso joven de Cuba; aunque se fue volviendo progresivamente escéptico. Entre estas publicaciones cabe citar: El Resumen, del cual fue director, Oriente, El Pensil, Oriente literario, Renacimiento, El Cubano Libre, Orto, Luz, El Estudiante, Cuba y América, El Tiempo, Cuba contemporánea, Revista de Avance, Letras, El Fígaro, Bohemia, La Ilustración, Universal, Diario de la Marina, Revista Bimestre Cubana y El Mundo. Fue además miembro de la Academia de la Historia de Cuba y de la Academia Cubana de la Lengua.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
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La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
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