4.1.1.22.10 “El pan del bobo”, 1978 – 1979, Samuel Feijóo


El poemario “El pan del bobo” sintetiza el legado poético dejado por Samuel Feijóo a su paso por la vida, cuya ingenuidad no entraña ignorancia sino que el poeta ha mantenido limpia la mirada. El lirismo de estas páginas no es deliberado sino que emerge de una plasmación vivencial en que el poeta se ha hallado a sí mismo y su modesta misión en el universo, aun con lo mínimo que considera poder aportar dado el inconmensurable océano de la palabra poética.

De acuerdo con Virgilio López Lemus “en El pan del bobo el autor logra plasmar, junto a su peculiar forma de verso muy breve, escalonado a veces, de peculiares estructuras, muchos de sus puntos de vistas filosóficos, estéticos y propiamente poéticos, con un alto grado de sensibilidad e intensidad expresiva”

Desde el inicio del poemario emerge esta concepción del poeta contra lo inconmensurable, con el símil de “Botella al mar”, que da título al primer poema y se mantiene como imagen flotante en otros versos.

El bobo constituye algo así como un depositario de ancestral sabiduría que le viene de la memoria de la especie, portador de una conmovedora desnudez emocional que se mantiene en las vicisitudes de su interrelación con el mundo, ello porque el bardo no quiere amurallarse a pesar de los heraldos negros, su mayor gloria es el amor al prójimo y en este sentido, con el trastrocamiento de toda jerarquía, el prójimo suyo puede ser una hormiga, una mariposa…

Una ternura a flor de piel transpira en estos versos, sobre todo ante el desamparo, ese temblor de destino usurpado o que puede serlo por cualquier potencia externa lo hace identificarse, asumir el ser de los animales y estos pueblan sus páginas en textos de a veces cierto tono fabular, que tiene numerosos asideros en nuestra tradición lírica.

Hay cierta ironía al denominar “bobería” a un hondo sentimiento a su vez de sólido basamento ético, desde el cual el poeta siente en su carne lírica toda la violencia y toda la caricia que se cierne sobre lo creado. En este sentido, lo creado es para Feijóo trascendente per se, donde cada elemento y cada criatura es portadora en similar grado de lo divino, ideario de acendrado panteísmo.

De sencilla sabiduría y toda una síntesis del pensamiento lírico de Feijóo, es trasunto el poema “Ser”, con el cual puede concluirse este acápite:

“No esperes.
Siembra: si llueve, vendrá
el verde.
Todo amor hacia ti sea tu asombro,
y cada pan que comas, fiesta unánime.”

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)