4.1.1.22.2 “Camarada celeste”, 1944 de Samuel Feijóo


El poemario “Camarada celeste”, publicado en 1941 por Samuel Feijóo, trasluce el enriquecimiento de lo natural por la plasmación lírica del poeta, una diálogo fecundo en que el bardo reverencia y se halla a sí mismo en el ámbito de la naturaleza, de la cual emerge una ética que el poeta hace suya y propone desde palabras que le son dictadas por sus propias conexiones vitales. Su estética está permeada de un fino erotismo como uno de los vínculos posibles con el universo inmediato.

La aprehensión de la realidad en este poemario se ofrece de una manera en que lo fruitivo y lo intelectivo convergen sin fracturas, de una intelección que no se avoca a honduras conceptuales pero que quiere construir un trasunto de todas sus percepciones, sumergirse en ellas para llegar al meollo de la naturaleza, el centro irradiador de lo vivo pero no en un sentido abstracto.

Sin embargo, el poemario no recibió una cálida bienvenida en el ámbito lírico de su tiempo, Virgilio Piñera, desde Orígenes, señaló ácidamente que se correspondía con una sensibilidad y una hechura poética ya rebasadas, que hubiese podido insertarse en la panorámica poética de la nación una década atrás pero no en los años 40 donde habían cuajado otros afanes renovadores. Al respecto, llega a afirmar:

“Está a flor de piel, no necesita evidencia que estos versos no añaden nada a ese último proceso de nuestra poesía; no la llevan por senderos inéditos. No pueden ser nuevos (nuevos en el sentido que esta palabra quiere tomar aquí especialmente) porque ya son de antemano viejos, es decir, ya cantados, descubiertos por otros.”

Virgilio Piñera sin dudas fue algo categórico al juzgar esta obra poética de Samuel Feijóo, que aunque no es explícitamente renovadora de todos modos rehúye los límites de las escuelas literarias para plasmar su propio sentir, con una autenticidad que constituye uno de sus más importantes aciertos, en un contexto en que lo citadino avanzaba a veces con secuelas enajenantes. Por otra parte, el parentesco de la obra de Samuel Feijóo, salvando las distancias, con la de Juan Ramón Jiménez, constituye más bien fermento para nuestra tradición.

Uno de los textos poéticos alrededor de los cuales se estructura el poemario es el siguiente:

“Dialogamos con el viento de la noche,
camarada del cielo.
No podemos esquivar estas alas constantes,
siempre alegres al volar, desesperadas al
cerrarse
sobre la tierra siniestra…
El tiempo abre sus rosas a cada instante,
¿Y dónde estamos para gozarla antes de su
caída?
Si pudiera conocer el misterio
de la mano del dios que orla las alas de las
mariposas…
(¿No tiembla al engendrar los ciegos?)
Por el aire, hacia el fuego de los cielos.”

En este poemario se aprecia una concepción cotidiana de lo divino, del milagro, que tiene como expresión más alta lo natural, el colorido de la mariposa. Sin embargo trasluce ya una inquietud sobre la cual insistiría en sus versos posteriores, el otro lado de la naturaleza, lo tremendo, deforme, monstruoso que implica un cuestionamiento sobre lo infalible de la creación y por ende la perfección de dios y el propio sentido panteísta.

En sentido general en este poemario cuajan con un sentido lírico más refinado las inquietudes temáticas que ya había apuntado en versos anteriores, lo humano, lo divino y lo natural constituyen la triada que fundamenta su obra desde el punto de vista estético, del cual deriva una ética que tiene como punto de apoyo el amor a todo lo creado y su atributo de belleza, a pesar de las contradicciones que en este sentido pueden saltar ante los ojos del poeta.

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