4.1.1.5.1 “La Zafra. Poema de combate” y otros textos de Agustín Acosta (1886 – 1979)


Agustín Acosta no fue un poeta proclive a participar de los grandes paradigmas estéticos vigentes en cada etapa que vivió sino que mantuvo siempre un discurrir propio, aunque tampoco de una visible identidad puesto que nunca abandonó el eclecticismo. La zona postmodernista de su poética e incluso precursora de la vanguardia, está también permeada por el viejo tono romántico, lo cual permitiría calificarlo quizás como un poeta transversal a todas las corrientes.

Desde el punto de vista político sin embargo si fue partícipe del despertar de la conciencia nacional que acaecería en esos años y su texto “La zafra. Poema de combate” muestra algunos aciertos estéticos pero sobre todo resulta una admirable concreción del sentir nacional.

Se transcriben algunos versos de “Las carretas en la Noche”, que integra el citado poema, compuesto por varios cantos, el cual ilustra las concepciones del autor y fue recogido por José Lezama entre los mejores poemas cubanos hasta 1960:

“Mientras lentamente los bueyes caminan,
las viejas carretas rechinan… rechinan…
(…)
Por las guardarrayas y las serventías
forman las carretas largas teorías…

Vadean arroyos… cruzan las montañas
llevando la suerte de Cuba en las cañas…

Van hacia el coloso de hierro cercano:
van hacia el ingenio norteamericano,

Y como quejándose cuando a él se avecinan,
cargadas, pesadas, repletas,
¡con cuántas cubanas razones rechinan
las viejas carretas…!”

La explotación norteamericana de la economía cubana está latente en el poema, de un modo hondo y connotado, sin por ello constituir un texto netamente político. En sus raíces puede rastrearse ciertas reminiscencias del criollismo, sobre todo en las estrofas de canto guajiro que se intercalan; a la vez, constituye un antecedente de la corriente de poesía social que emergería algunos años después.

“La Zafra” es un poema que pudiera calificarse como de ruptura en cuanto a la producción poética anterior de Acosta o más bien que resulta poco predecible desde esta; pero en realidad el autor no tenía una poética definida con la cual romper. Tanto Julio Antonio Mella como Rubén Martínez Villena, como amantes de la literatura y a la vez intelectuales comprometidos, reconocieron los valores de este poema, al que Mella calificó como el primer gran poema político de esta etapa republicana.

Publicó otros versos contenidos en los siguientes poemarios: “Los camellos distantes”, de 1936; “Últimos instantes”, 1941; “Las islas desoladas”, 1943 y algunas compilaciones de sus obras, así como “Caminos de hierro”, ya en 1963. Dedicó además textos y conferencias al estudio de la obra martiana. Textos suyos fueron publicados en “Letras”, “El Fígaro”, “El Cubano Libre”, “Orto”, “Social”, “Carteles”, “Diario de la Marina”, “Las Antillas”, “Ariel” y “Archipiélago”, entre otros.

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