4.1.2.11.2 El poemario “Suite para la espera”, 1948, de Lorenzo García Vega


El poemario “Suite para la espera” se publicó bajo el sello Orígenes en 1948, en él se perfilan muchas de las cualidades que acompañarían a la obra poética posterior de Lorenzo García Vega. Desde el punto de vista de la forma confluyen textos en prosa poética y de un versolibrismo fracturado en diversidad de imágenes. Uno de los poetas más jóvenes de Orígenes, su opera prima recibió la salutación de Lezama:

“La espera de la Suite es central y tirante. He ahí una palabra que parece ser clave para este libro: tirantez. Verso tras verso, un verbo poético vuelto ardientemente sobre su laberinto, preocupándose ya poco de hilos y puertas, asegura el círculo del poema en su centro y proporción. Si los antiguos conocieron las bebidas visuales, en este libro de L.G.V., aparece un sabor adivinado y perseguido por los ojos, un agrupamiento fugitivo asegurado en un galope visual.”

Lezama transfiere a sus palabras la sinestesia en la aprehensión de la realidad que se aprecia en muchos de los poemas de Lorenzo García Vega, captación unitaria que el poeta no deslinda en parcelas sensoriales, ni distingue esencialmente de su experiencia sensitiva acumulada, pues depone el dique contentivo de la razón para dejar fluir un lirismo que responde a otras leyes, más psíquicas que puramente poéticas.

En “Oda”, se aprecia un panorama onírico que es pura fecundidad poética, a donde el bardo quiere remontar su dormido vuelo. A pesar del hermetismo de una simbología propia, entretejida en el inconsciente y cuyas esferas de significación no están contenidas en la vieja convención de las palabras, se aprecia el sentido de una concepción de la propia poesía, en los versos finales:

“La Oda es brisa, copo, premura del ser en sus vacíos
¿Vacíos? Nevar, agujereo en sordina, en relámpago,
acusa la vecina enseña de tus gestos
iLa Oda quiso ser el pie de los jinetes que antaño
remontaron lo alígero del sueño!”

Por su parte, el texto poético que da título al poemario, que se transcribe más adelante, plasma de golpe lo que era novedad poética para el autor, los “cisnes decapitados” parecen remitir a una re-vuelta modernista de la que el poeta quiere a toda costa escapar, afinadas sonoridades de la flauta de Pan son sustituidas por los roncos flautines, a degüello:

“RAPIDOS”, en delfines de algodón, risa. Tropos de la
tarde funden espejos congelados, poniente.
El “por qué”, como una malicia idiota. Como ironía
de la nieve. Veleros suben, retroceden, traman peces de
cristal: ballet de cisnes decapitados.
Me brindo con el ramaje de mi frente, humo del mármol;
con mi viejo payaso, sin, su rubí cursi, su esfera de conejo.
y tranquilamente degüello flautines roncos. Así el Dios
Pan morirá en el libro de texto.”

En el volumen están presentes alusiones tópicas a lo cubano, como en el texto “Nocturno para Matanzas”, en el que no se aprecian los procedimientos compositivos propios del surrealismo sino un lirismo que parte de la evocación, anclado en antiguas percepciones pero con asidero en lo real. Playa, puente, caseríos, bodegón, tranvía… constituyen referencias que coadyuvan a armar la memoria de una ciudad perdida, desde la conciencia poética.

En algunos textos lo dialógico ocupa un lugar preeminente, a veces con el potencial lector y otras dentro de un yo fragmentado. En sentido general el texto muestra una estética diferente, también imbuida en las búsquedas origenistas pero más allá de ellas el poeta persiste en una auto indagación que no es contemplativa, sino a modo de girándula que despide imágenes y en su armazón se reencuentra. El poemario merece un análisis más profundo, que desbroce el sentido de sus insólitas asociaciones.

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