4.1.2.7.4 “Muestrario del mundo o libro de las maravillas de Boloña”, 1968, Eliseo Diego (1920 – 1994)
“Muestrario del mundo o libro de las maravillas de Boloña” constituye un texto en que Eliseo Diego logra plasmar en mínimos apuntes la multiplicidad de lo real. Criaturas del la realidad y puras figuraciones desfilan y contribuyen con diversos tonos a hilvanar una poética que rebasa plenamente su circunstancia y los propios ámbitos de esa ciudad.
El estilo aquí alcanza su cúspide de sobriedad y concentración lírica, lo circundante y las vivencias desempeñan un rol central pero a través de un proceso que no es de filtraje sino de transmutación aunque sea a su reverso, para imbuir la belleza de todos modos preexistente.
Los que pudieran llamarse temas prístinos de su poética perviven también en las páginas de este cuaderno, la fugacidad de la vida en su andar hacia la muerte y esta en su desnuda condición ineluctable, concomitante asimismo con la nada, son temas que impregnan las atmósferas del libro pero ya no como obsesiones pues de algún modo Eliseo Diego erige un cosmos poético resistente a los avatares del ser y el no- ser.
Uno de los poemas que evidencia este entretejido entre lo inmediato y la ficción, no para plasmar la realidad sino para enriquecerla con nuevos posibles es el poema titulado “Peregrino”, en el cual el motivo del viaje llega a simbolizar toda la vida y vuelve sobre el rejuego entre luz y sombra que había estado en la base composicional de algunos de los textos de sus anteriores cuadernos. El texto es citado en “Historia de la literatura cubana”:
“Entre rocas civiles, precipicios
de piedra secular, de mármol sacro,
peregrino te vas como el crepúsculo
y tus pobres enseres: miedos, penas.
De dónde a dónde vas –de la impasible
naturaleza artificial, humana
rumbo a la otra, inmemorial, ajena.
No hay para ti sino el andar a oscuras.”
En la sección titulada “Único y curioso libro del ajedrez”, se aprecia el cuidado estético con que Eliseo Diego plasma sus percepciones que tienen tanto de realidad como de vivencia interior. En el libro se incluyen además dos piezas narrativas “Un almacén como otro cualquiera” y “La historia del anticuario”, en las que sigue una línea narrativa que se desvía en ocasiones hacia lo propiamente lírico, como en muchas de sus piezas de esta índole. En sentido general en la configuración del poemario se aprecia un sentido holístico que no habían tenido entonces otros escritores.