4.1.2.8.3 La obra poética de Octavio Smith (1921 – 1987) tras el triunfo de la Revolución en 1959
Después del triunfo de la Revolución, Octavio Smith concibió los poemarios “Estos barrios”, 1966 y “Crónicas”, de 1974; además de “Andanzas”, en 1987, narraciones que tienden ostensiblemente hacia lo lírico. Muchos de estos textos datan en realidad de la etapa precedente y tienen de todos modos comunidades estilísticas, pues el autor se mantuvo fiel a una poética de impronta origenista.
Lo terrestre y lo marino confluyen en su poética como totalidad creativa, que recrea en sus composiciones en cierto modo con el fin de inmortalizar lo perecedero. En el poemario “Estos barrios” se suscitan y se plasman emociones directamente emanadas de lo citadino, como complemento de su otro paisaje de tierra y mar.
Aunque su poética parte de lo circunstante en todas las dimensiones, ella misma dota a los elementos que toca de cierta imantación y extrañeza. El léxico que maneja es preciso y depurado, el cual contribuye a consolidar la atmósfera de su poesía, que transpone al lector a un universo visto con inusitado cristal. La religiosidad es un latido perenne que informa muchas de las piezas o fluye soterradamente a través de numerosos símbolos.
De acuerdo con Roberto Fernández Retamar “El sentido religioso de esta poesía en su totalidad no está dado tan solo por la presencia de poemas específicamente dedicados a temas religiosos. La actitud toda del poeta, su modo de concebir la poesía, denuncian tal religiosidad.”
Sus textos de la etapa también exhiben muchas veces una condición dramática, a modo de sucesivas escenas o lanzan interrogantes como flechas, sin ánimo de conformar un cuerpo poético cerrado sobre sí sino abierto a otras resonancias y búsquedas, que traspasan el ámbito de lo puramente insular y concurren a una tradición universal de la poesía.
En “Crónicas”, los ámbitos naturales del bosque, el páramo, el desierto concurren como símbolos de exuberancia y soledad por contraste. El devenir del tiempo fluyendo como un río, llevándose lo perecedero y la propia fascinación del poeta, plasman un desarraigo que no es de espacio sino del tiempo escurridizo. Constituye Smith uno de los poetas más complejos de la etapa, no propiamente hermético pero sí inusual en sus imágenes, configurador de adensadas atmósferas poéticas, hechas de sueño y realidad.