4.1.3 La generación post origenista en la poesía cubana, desde finales de la década de 1940 y hasta 1959


Aunque el criterio generacional para el estudio de la literatura se ha puesto muchas veces en tela de juicio y no ofrece la suficiente solidez investigativa, lo cierto es que existen rasgos generales que definen el quehacer poético en determinados períodos de la historia, sin pretender por ello encasillar los estilos y las cosmovisiones de individuos disímiles en un marco monolítico.

En este sentido, los últimos años republicanos, además de estar impregnados por el origenismo, trajeron asimismo la emergencia de otro grupo de creadores que sin renegar de los hallazgos de los miembros del grupo y la revista, desplegaron una poética en la que primó el neorromanticismo y se retomaron los aportes de la vanguardia; muchos de los integrantes de esta nueva generación escribieron obras importantes en la etapa y otros llegarían realmente a destacarse después de acaecer el triunfo de la Revolución.

Fue Raimundo Lazo, en su discurso de ingreso a la Academia Cubana de la Lengua, de 1954 -después publicado con el título de “Teoría de las generaciones y su aplicación al estudio histórico de la literatura cubana”- quien acuñó precisamente la denominación de “generación post origen” para referirse a estos nuevos poetas, todos ellos jóvenes nacidos ya rebasado el primer cuarto de siglo.

Los creadores de esta generación estuvieron muy influidos por la poética de Juan Ramón Jiménez, a partir de su visita a la Habana en 1936, además del ya señalado neorromanticismo que en ocasiones sesgó empeños más altos. La oscilación entre lo íntimo y lo social se resolvió en muchos de estos en una poesía de compromiso acendrada después del triunfo de la Revolución, como fue en caso de Rolando Escardó, Roberto Fernández Retamar y Fayad Jamís, por sola citar algunos exponentes.

Otros de los integrantes más destacados, en ese entonces en un aprendizaje poético que se tornaría cada vez más móvil de vida, fueron Carilda Oliver Labra y Pablo Armando Fernández, así como Rafaela Chacón Nardi, Pedro de Oraá y José Álvarez Baragaño; pero también existieron algunos cultores que derivarían hacia otros ámbitos de expresión artística o simplemente abandonarían la poesía tal cual, tales como Tomás Gutiérrez Alea y Mario Rodriguez Alemán, autores de “Reflejos”, 1949 y “Suite”, 1947, respectivamente; por su parte, Ventura García concibió los poemarios de “Vendimia de primavera” y “La sonora inquietud”, entre 1947 y 1948.

En este grupo también se incluyen poetas como Raúl Gómez García y Frank País, que perdieron la vida en el fragor de la lucha revolucionaria y no pudieron por ello legar extensas muestras de su obra lírica; fue este un grupo generacional que se fue aunando con el paso del tiempo y la apertura de espacios editoriales en revistas y periódicos de la época, como el propio Diario de la Marina, con su página “La promesa de los jóvenes”, auspiciada por Jorge Mañach y también Gastón Baquero, además “Renuevo” y el “Movimiento juvenil literario” asociado a este; pero las obras más importantes se escribieron al margen de estas empresas.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)