4.2.3.1 La obra novelística de Miguel de Carrión (1875 – 1929)
La primera novela de Miguel de Carrión fue publicada en 1903, con el título de “El Milagro”, en 1917 publicó “Las Honradas” y en 1919, “Las Impuras”, que serán abordadas en un acápite independiente; además se editaría muy póstumamente “La Esfinge”, en 1961 y quedó inconclusa “El Principio de Autoridad”, cuyos primeros capítulos vieron la luz en 1903 en varios números de la revista “Azul y Rojo”.
Su estilo, a diferencia del de otros escritores de la etapa, ofrece una coherencia en cuanto al tratamiento lingüístico y también la pervivencia de tópicos comunes a toda su producción narrativa, no solo novelística. Entre estos se interesó por las consideraciones éticas y su influencia en la psicología individual, sobre todo en cuanto al comportamiento femenino; arremetió contra la coerción de los instintos naturales en el marco de la moral burguesa; aunque él mismo fue un representante de esta desde el punto de vista económico, más bien de la clase media acomodada.
“El Milagro”, constituye una pieza permeada de un tono lírico en que se condensa la herencia romántica de la etapa colonial, en este sentido el autor confesaría que esta fue concebida primero como un gran poema. Ya en esta se expresa el anticlericalismo que signaría su pensamiento y se manifestaría en su producción posterior, donde además plantea ya los dilemas derivados de la necesidad de saciar los impulsos sexuales en un ámbito restrictivo y axiomático desde el punto de vista moral.
Por su parte, “El Principio de autoridad”, plantea el tópico religioso desde otro ángulo, el de la hipocresía de una falsa beatitud, que constituye solo imagen pública atomizada por el comportamiento privado; esta obra y “El Milagro”, exponen a su modo la inviabilidad de los preceptos morales cristianos para alcanzar el bienestar individual, la aspiración de felicidad y la realización plena en el amor, que constituyó un sentimiento de alto rango para Carrión.
“La Esfinge”, incursiona en otro discurrir de lo femenino, la protagonista, Amanda Jacob, se ve impelida a un matrimonio carente de amor y de deseo y cargando con el peso de todos los compromisos conyugales, ama en secreto a su primo y cultiva una pasión evocadora que constituye el paradigma de la frustración y la imposibilidad de alcanzar la realización personal aunque fuese a un nivel mínimo, símbolo de la opresión que padecían las mujeres en sus relaciones interpersonales.
Las novelas de Miguel de Carrión denotan una actitud escéptica ante la realidad que percibía –pues aunque no tuvo un enfoque sociológico sus obras denotan una profunda capacidad de observación- y poco ánimo transformador sino hasta cierto punto testimonial, un testimonio ejercido desde la ficción pero con alto grado de verosimilitud. Sus obras sobre todo tienen el mérito de haber traído a la palestra literaria la situación de la mujer e indirectamente de una sociedad capaz de provocar tales distorsiones entre el ser y su aspiración suprema de felicidad.