4.2.4 La obra narrativa y otros textos de Luis Rodríguez Embil (1879 – 1959)


Luis Rodríguez Embil residió en los Estados Unidos desde el estallido de la Guerra de 1895 hasta 1901, por lo que parte de su educación la recibió en el país norteño. En 1903, su pieza narrativa “Almas de Ave”, le valió el primer premio del certamen que celebrara por el primer aniversario de la República el periódico habanero “El Mundo”.

Dos años después obtuvo el primer premio en los Juegos Florales de Salamanca, cuyo jurado estaba presidido por Miguel de Unamuno, con la obra “Pecado mortal”. En esta década obtuvo también el primer premio en el concurso “Mundial Magazine”, revista de la cual estaba al frente Rubén Darío, con la pieza narrativa “Córdoba triste”; todo lo cual evidencia el reconocimiento literario que había obtenido.

En 1908 fue publicado su primer libro de cuentos, con el título de “Gil Luna, artista”, en cuyos textos, además de una adecuada ilación narrativa, está presente un lirismo que los aproxima a la denominada prosa poética, aún de fuerte herencia romántica.

En 1920 publicaría “La mentira vital”, contentivo de una serie de narraciones de tono intimista que lo aleja de los moldes literarios entonces imperantes. Aunque aún no se despoja de sus inclinaciones líricas, en este aparece una mayor estructuración argumental y el dominio de los resortes del diálogo como dinamizador de la secuencia narrativa.

Su trayectoria narrativa incluyó también la obtención de un lauro en el Certamen Literario Interamericano de 1925 y la publicación en 1913 de una obra que no alcanzó la misma trascendencia en su ámbito que las señaladas, con el título de “De paso por la vida. Viajes”. Publicó además “El imperio mundo”, en 1928, que contiene crónicas que reflejan la situación en Austria – Hungría durante la Primera Guerra Mundial, asociada a su labor en la carrera consular.

Concibió también algunas obras ensayísticas y un estudio en torno a la figura martiana, titulado “José Martí, el santo de América”, por el que recibió el premio en un certamen convocado por el gobierno en el año 1938. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras y de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos, además de pertenecer a otras instituciones vinculadas a la cultura. Publicó trabajos en “El Fígaro”, “Cuba y América”, “Cuba Contemporánea”, “Bohemia” y “Carteles”, entre otras. Utilizó los seudónimos de Julio Abril y Julián Sorel, este último por el protagonista de “El Rojo y el Negro”.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)