4.2.5.1 La obra novelística de Carlos Loveira (1881 – 1928)


La creación literaria de Carlos Loveira en cuanto a novela incluye los títulos de “Los Inmorales”, 1919; “Generales y Doctores”, 1920 –pieza que será abordada en un acápite independiente dada su importancia para el conocimiento del pasado colonial y republicano- ; “Los Ciegos”, 1922; y Juan Criollo, de 1927, las cuales se definen por propósitos temáticos afines y un estilo identificable, si bien no de gran vuelo estético.

“Los Inmorales”, constituye un cuestionamiento de la moral, sobre todo la asociada a la institución del matrimonio -cuya disolución legal se había aceptado por fin al promulgarse la Ley del Divorcio en 1919- ; pero también en cuanto a los requisitos que en este sentido conllevaba, desde el falseamiento de preceptos morales no profesados en el plano íntimo, el hecho de ejercer cargos públicos u ocupar algún escaño de relativa importancia en la sociedad.

En “Los Ciegos”; son abordados los entresijos de un matrimonio aristocrático unido no por auténticos sentimientos sino por causas de índole económica, desde una visión arquetípica en que los personajes se transparentan para mostrar a través de sus conductas el ámbito material e ideológico de la burguesía, y por contraste de los desposeídos.

El autor defiende en casi todas sus obras la tesis del amor libre, amenazado por la moral al uso y por coyunturas derivadas de las brechas sociales asociadas al status económico; en cuanto a la mujer, tomó partido por las “mujeres caídas”, víctimas en la mayor parte de los casos de sus circunstancias y de condiciones de pobreza; pero no solo desde este punto de vista sino también el derecho de amar y otros que le eran negados en la práctica.

“La Última Lección” precisamente defiende el derecho femenino a desacatar los restrictivos principios morales, romper con la sumisión como cualidad y los atributos que en sentido general se le conferían al “bello sexo”, reforzados por la educación hogareña.

Por su parte, “Juan Criollo” constituye un retrato explícito del transcurrir de la vida en la Isla tras la capitulación que significó el Pacto del Zanjón; desde el punto de vista narrativo el argumento se diluye pero la obra cumple una función casi gráfica en cuanto a la función señalada e ilustra asimismo las situaciones moralmente precarias que atraviesan mujeres de distinta categoría social, dado el imponente poderío masculino, portador a su vez de los preceptos morales de doble rasero.

Aunque Loveira no recibió una exhaustiva formación intelectual, sino que la mayor parte de sus conocimientos los adquirió de forma autodidacta, logró plasmar como ningún otro escritor del período el panorama social correspondiente al último reducto de tiempo colonial y la primera etapa republicana, en cuanto a situación política y corrupción administrativa; aunque no indagó demasiado en las causa subyacentes asociadas a la penetración norteamericana.

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