4.2.8 La labor narrativa, poética y periodística de Armando Leyva (1888 – 1942)


El discurso narrativo de Armando Leyva se inscribió en el afán renovador con que Regino E. Boti y José Manuel Poveda trataban de refundar la sustancia poética de la nación, en este sentido el lirismo y cincelado formal de sus piezas de índole narrativa se asocian al renacimiento modernista, denominado “postmodernismo” por los estudiosos de la literatura.

En 1915 publica el texto “Alma perdida”, en el que conviven armónicamente cuentos y crónicas, como muestra de que las delimitaciones conceptuales entre ambos géneros no estaban del todo establecidas. El tono intimista y romántico a veces irrumpe entre los hallazgos del modernismo al abordar los tópicos, muchos de los cuales están asociados a su natal Gibara.

En 1920, vio la luz editorial su obra “Las horas silenciosas”, en la que vuelve sobre el poblado de Gibara y muestra una realización superior en temáticas asociadas al misterio y lo sobrenatural, ya iniciadas en su volumen anterior. La realidad y la ficción se entremezclan en muchas de las piezas, con la recreación de ámbitos alucinógenos y la incursión en especulaciones de ultratumba, todo lo cual constituye una línea interesante y poco explorada en la literatura nacional.

Publicó además los textos “Del ensueño y de la vida”, 1910; “Seroja”, 1911; “Pequeños poemas”, 1922; “La Provincia, las aldeas”, 1922 y “Estampas del regreso”, 1923, los cuales, si bien no constituyen textos narrativos, están permeados de elementos de ficción y peculiaridades estilísticas que complementan el estudio de su narrativa.

Su interés por la poesía se manifestó no solo en “Pequeños poemas”, los cuales son muestra del cultivo de la prosa poética en la etapa; sino que también desplegó una labor aún no ponderada como conferencista, dentro de la cual fue publicada la disertación literaria titulada “Amar la poesía, cultivar el verso, respetar al poeta”, en 1921.

Su labor periodística incluyó la revista “Bohemia” y además las publicaciones de “Zeta”, “Pandemonium”, “El Comercio”, “La Palabra”, “El Triunfo”, “El Correo Semanal”, “Diario de Cuba”, “El Cubano Libre” , “Social”, “Letras”, “Smart”, “Alma Latina”, “El Fígaro”, “La Prensa”, “Heraldo de Cuba”, “Diario de la Marina”, “El Mundo”, “Información”, “El País”, “Adelante” y “Tierra Libre”, entre otros. Fue también miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)