4.3.1 La obra novelística y otros textos de Emilio Bacardí (1844 – 1922)
Aunque Emilio Bacardí vivió la mayor parte de su vida en la etapa colonial, su producción novelística corresponde al primer período republicano, la cual ha quedado inédita, integrada por las piezas “La hija de Hatuey”, “Filigrana” y “El Doctor Boileau”.
Aunque sus piezas no revisten un gran interés desde el punto de vista estético, si como historiador plasmó en ellas con rigor científico la realidad circundante, lo cual refleja su conocimiento de la sociedad y las épocas, de valor como testimonio de un acontecer en que la nación intentaba emerger por sobre afanes dominadores y consideraciones económicas foráneas.
Estas novelas sobresalen fundamentalmente por el manejo de la información y la documentación que se trasluce, interesantes para la historiografía más que para la literatura cubana, aunque no dejan de mostrar algunos aciertos en el manejo del trasfondo social, si bien los personajes aparecen desdibujados y los argumentos no resultan efectivos en tanto incurre en algunas divagaciones y el propio material no aparece muy trabajado artísticamente.
Además de estas novelas, ninguna de las cuales presenta un gran valor per se, publicaría “Doña Guiomar. Tiempos de la conquista (1536 – 1548)”, en 1917, la cual, aun con el calificativo de novela histórica, muestra que los lindes y posibles interrelaciones entre el discurso propio de la disciplina histórica y de la ficción literaria o el tratamiento literario de tópicos reales no estaban aun establecidos en Cuba; Emilio Bacardí no fue de los afortunados exponentes del cultivo de esta materia.
En 1950 se publicaría una serie de cuentos de su autoría bajo el título de “Cuentos de todas las noches”, en el que demuestra un mayor dominio en cuanto al uso de la ficción literaria, si bien no en lo que respecta a los resortes de la narrativa; por lo que estos textos tampoco ocupan un lugar cimero en la literatura nacional.
Su labor como periodista y cronista, si tuvo alguna trascendencia ya desde la etapa colonial y tras instaurarse la República y ser nombrado alcalde de Santiago de Cuba. En este sentido colaboró en publicaciones de esta provincia y también en la Revista Bimestre Cubana y El Fígaro. Fue además miembro de la Academia de la Historia de Cuba y de la Academia Nacional de Artes y Letras.