4.3.2 La obra novelística de Raimundo Cabrera (1852 – 1923)


Aunque la mayor parte de la producción testimonial y literaria de Raimundo Cabrera corresponde a la etapa de luchas independentistas, tras la instauración de la República concibió una serie de novelas que tienen como antecedente “Episodios de la Guerra. Mi vida en la manigua (Relato del coronel Ricardo Buenamar)”, publicado íntegramente en 1898, en el que se entretejen sucesos y personajes reales y de ficción, con cierto tono romántico.

En le primera década republicana el autor fue vislumbrando un proyecto de creación en que reflejaría el atormentado acontecer de la Isla y su gente desde el estallido revolucionario de 1868 hasta los primeros años en que tomó cuerpo de conciencia la frustración del ideal republicano. Estas piezas responden a los títulos de: “Sombras que pasan”, 1916; “Ideales”, 1918; y “Sombras eternas”, de 1919.

“Sombras que pasan” recoge hechos memorables de la Guerra de los Diez Años y es valorada por su propósito reivindicador de lo heroico cubano; sin embargo los personajes carecen de sustentación psicológica y el propio plano de las ideas está plasmado en un tono próximo al folletín novelesco, en una etapa en que ya estaban cuajando realizaciones narrativas superiores.

“Ideales” refleja la gestación de la Guerra de 1895 y parte de la evolución de esta, pero narrada desde el ánimo social del momento escritural, pues no logra establecer la necesaria empatía y plasmar el entusiasmo colectivo que sin dudas impregnó estos años de forja definitiva de la nación.

“Sombras eternas” constituye el non plus ultra de la frustración republicana, un canto de derrota que muestra parte del sentir de su tiempo; pero desprovisto de potencia narrativa, inserto en los cánones estéticos finiseculares de redivivo romanticismo.

En síntesis, la obra de Raimundo Cabrera resulta interesante como testimonio de su tiempo, del transcurrir de la última etapa colonial y el despuntar republicano; estética y conceptualmente sin embargo está anclada a moldes que le impiden apreciar el propio fluir de la vida y la capacidad transformadora humana, asociada a las soterradas raíces de la cubanía.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)