4..3.7 Otros novelistas de la etapa 1899 – 1923


Aunque los autores ya abordados constituyen los más importantes del período, existieron otros cuyas piezas son menos relevantes pero sin dudas contribuyeron a conformar el panorama de la literatura nacional y reflejar en él las particularidades del transcurrir de este primer tiempo republicano, entre los cuales es válido incluir a Luis Rodríguez Embil, Adrián del Valle, Arturo Montori, y Antonio Penichet.

Luis Rodríguez Embil (1879 – 1954) concibió su única obra “Insurrección”, en 1911, de escaso resultado artístico pero ilustrativa de los preparativos y el acontecer de la Guerra de 1895, plasmado en tres capítulos: “La conspiración”, “La guerra” y “La paz”. Aunque el autor le otorgó más relieve al idilio melancólico entre los personajes, su prosa adquiere particular fuerza descriptiva al referir las atroces circunstancias de la reconcentración ordenada por Valeriano Weyler.

Adrián del Valle (1872 – 1945) publicó cuatro obras de esta naturaleza: “Los diablos amarillos”, 1913; “Juan sin pan”, 1926; “La mulata soledad”, 1929 y “Náufragos”, también de la década del 20 pero en fecha no precisada. Estas se asocian a la ideología anarquista del autor y abordan desde diferentes ópticas el tema de los desposeídos y los preteridos por su raza.

Por su parte, Arturo Montori (1878 – 1932) publicó en 1923 “El tormento de vivir. Tristes amores de una niña ingenua” en la cual se adentra en la Habana solariega en que vivían los obreros y los primeros pasos de su organización como clase social. Tanto la siempre difícil coyuntura económica como el desencanto en que estaban inmersos los sectores potencialmente transformadores están descritos con eficacia, si bien no con gran vuelo estético.

Antonio Penichet (1885 – 1959) también profesó la ideología anarquista, concibió las novelas “La vida de un pernicioso”, 1919 y “Alma rebelde”, 1921, que si bien no han trascendido por sus valores literarios ni poseen un adecuado engranaje narrativo, destacan por su defensa del proletariado cubano y el elogio a la Revolución de Octubre, a pesar de la campaña de la presa al servicio de los intereses norteamericanos.

Otros autores de la etapa fueron Gustavo Robreño (1873 – 1975), Tomás Jústiz del Valle (1871 – 1959), Jaime Mayol, Manuel Lozano Casado (1874 – 1939), Rafael A. Cisneros, Guillermo de Montagú (1881 – 1949) y Jesús J. López (1889 – 1948) y otros que sin grandes aportes contribuyeron de todos modos a configurar el ámbito de la novelística cubana.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)