4.4.2.11 “Historia de una pelea cubana contra los demonios”, de Fernando Ortiz (1881 – 1969)


“Historia de una pelea cubana contra los demonios”, simbólicamente publicada por Fernando Ortiz en 1959, contó con el elocuente subtítulo que se transcribe:

“Relación documentada y glosa folklorista y casi teológica de la terrible contienda que, a fines del siglo XVII, fue librada en la villa de San Juan de los Remedios por un inquisidor codicioso, una negra esclava, un rey embrujado, y gran copia de piratas, contrabandistas, mercaderes, hateros, alcaldes, capitanes, clérigos, energúmenos y miles de diablos al mando de Lucifer”

En este sentido, el autor se propone remedar la retahíla de palabras con que se titulaban o subtitulaban muchos libros de la etapa medieval y subsistieron en la colonia, en su intento por penetrar desde el lenguaje y una profusa documentación que no se adivina inmediatamente en la lectura, la etapa colonial de Cuba, en torno al siglo XVII y los intereses económicos, políticos, eclesiales, que gravitaban sobre la Isla.

Lo demonial está presente en el aliento de los capítulos que integran la obra, como muestra de la erudición del autor y su conocimiento de los sistemas de creencias que se entrecruzaban en la sociedad cubana de antaño, así como el rejuego de la Inquisición y otros elementos que cuajan en una narración próxima a lo real maravilloso.

En la obra se aprecia la composición social de aquella época y las profundas escisiones de clase, los roles desempeñados con respecto a la dominación colonial y también el de la Iglesia, cuyos móviles más materiales que espirituales quedan al descubierto y su engranaje con otros mecanismos de dominación, determinantes en el status quo colonial.

Este abordaje de la sociedad colonial resulta tamizado por cierta ironía, afín al choteo cubano pero que no implica el abandono de una perspectiva científica y de un afán cultural más alto, en modo alguno evasivo en el sentido que peyorativamente se le atribuyó a esta especie tan criolla de humor.

El título puede asimismo remitir a las circunstancias imperantes en la época de su escritura, con ambigüedad deliberada, pues aunque Ortiz se inmiscuyó poco en la gestiones políticas, la evolución de su ideología, desde una eterna matriz cultural, le permitió comprender la necesidad de acometer una nueva gesta liberadora con respecto a los Estados Unidos y transformar de algún modo la situación del país.

Miguel Barnet cita una frase de la obra y tácitamente la interpreta en el sentido de apoyo a la Revolución:

“En “Una pelea cubana contra los demonios” él había escrito con genial intuición estas palabras, cuando en la Isla estallaba la pólvora batistiana y los barbudos se alzaban en las sierras: “La estrella de Cuba centellea en otra alborada con sus fulgores de sangre. Parece que el sol en el Oriente de su escudo está saliendo del todo y brillará entero.”

El libro sirvió de inspiración al filme titulado también “Una pelea cubana contra los demonios”, producido en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), sito en calle 23, # 1155, entre 10 y 12,
Vedado, Ciudad de la Habana. El filme fu dirigido por Tomás Gutierrez Alea, quien desplegó en el mismo todas sus dotes creativas, obtuvo el premio CIDALC, en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, Checoslovaquia, en 1972.

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