4.4.4.1 Manual del Perfecto Fulanista, de José Antonio Ramos (1885 – 1946)


“Manual del perfecto fulanista” constituye una de las piezas de la primera etapa del siglo XX que más ahonda en la realidad cubana y la identidad nacional en el marco de la penetración económica y cultural norteamericana y ciertas tendencias disgregativas del concepto hondo de cubanía, que se manifestaban en el contexto insular. El texto fue escrito en 1914 y publicado en 1916.

De acuerdo con Marcelo Pogolotti, “Demuestra José Antonio Ramos como la política electorera fomenta el egoísmo de las masas. El aspirante adula a tal extremo que el elector se siente solicitado y disputado, olvidando que el sufragio es un deber y que su voto entraña una responsabilidad, y comienza a creer que el mismo es una cosa negociable que tiene derecho a vender o cambiar por una promesa de beneficio directo para sí”

En el texto Ramos aborda el origen de la casta política que se formó rápidamente al fundarse la República, casi toda asociada a la veteranía independentista; pero sin suficientes dotes para el gobierno de la República e incluso, no siempre con la misma postura moral que hacía suponer la entrega patriótica de antaño. A esto se sumaba el hecho de que también afiliados contumaces del autonomismo y connotados integristas habían sido llamados a formar gobierno.

En cierto simbolismo de Ramos, el fulano constituye el político ya de alta talla demagógica, alrededor del cual se nuclean los secuaces, “fulanistas”, en busca de prebendas. El etos político de estos personajes es dibujado con temprana precisión por Ramos, así como las conductas que irían asumiendo con respecto al gobierno norteamericano y el erario público.

Ramos apunta la existencia de una aristocracia criolla que sobrevivió como clase a los embates bélicos de la anterior centuria, que ejercía sus directrices a través del viciado sistema político de los partidos; sin embargo si había sufrido cierta mella y en este contexto criticó también la actitud asumida por un importante sector de esta aristocracia, que decidió exiliarse y poner a salvo sus propiedades, de espaldas a la suerte de la Isla.

El texto constituye uno de los primeros retratos de la verdadera situación republicana y su trasfondo político; aunque todavía el autor no ha depuesto su óptica sobre un grupo intelectual de élite que fuera rector de la sociedad, sí se aprecian sus primeras luces sobre dos puntos clave: la actitud de los letrados e intelectuales de mayor erudición no apuntaba siempre hacia el bien común y estos, más que dueños de un talento infuso, tenían posibilidades educativas, en consonancia con las económicas, muy superiores.

En el ensayo “El perfecto fulanista”, contenido en el libro “La República de Cuba al través de sus escritores”, Marcelo Pogolotti vuelve sobre las ideas de Ramos, en cierta medida actualizándolas a la luz de lo acaecido tras la Revolución del 30. Ambas constituyen piezas ensayísticas de relieve para entender la etapa neocolonial y como la captaron los intelectuales que participaron de ella.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)