4.4.6 Crónicas periodísticas y ensayos de Bernardo G. Barros (1890 – 1922)
Bernardo G. Barros fue un precursor de las crónicas periodísticas modernas, así como de los estudios sobre humorismo gráfico; en este sentido su propósito y uno de los cometidos de toda obra artística de acuerdo a sus concepciones, fue siempre la comunicación con el lector / espectador, aunque esperaba un acercamiento desde el público, manteniendo el nivel de la intelectualidad, a la cual le atribuía como muchos contemporáneos el derecho directivo de la sociedad.
Su obra más conocida y de mayor trascendencia tiene por título “La caricatura contemporánea”, publicada en 1918, en donde plasma sus concepciones estéticas y eleva esta vertiente a mayor altura de la que se le había concedido hasta el momento, proponiendo a la vez un recorrido por la historia del género en la Isla.
Su labor más constante sin embargo, sobre todo en torno al arte y la literatura, fue desplegada en las secciones “Al margen de los libros nuevos” y “La vida literaria”, de “El Fígaro” y “Heraldo de Cuba”, respectivamente. En estos textos, más que meditadas disertaciones, se aprecian pinceladas impresionistas, breves comentarios que pretenden no tanto atrapar la atención del lector como propiciar el salto hacia las obras comentadas.
Sus trabajos estuvieron por lo general a medio camino entre el ensayo y la crónica periodística, sobre esta última afirmaría:
“Ágil, risueña, intensa en ocasiones, vibrante siempre, cautivadora y frívola en su aspecto: así debemos preferir a la crónica. Relato o comentario, necesitará de las palabras más sintéticas y de los adjetivos más dueños del color exacto. Ritmo e idea, pero todo fugaz, todo al vuelo…”
Su labor periodística tuvo un matiz didáctico, asociado también a su intención comunicativa. La formación con la que contó sin embargo no fue académica ni sistemática, por ello estuvo sobre todo anclado a sus lecturas iniciales y no pudo interpretar a cabalidad algunas tendencias del arte moderno de su tiempo.
Tuvo una visión de la literatura como elemento configurado por y configurante de la nacionalidad, lo cual se aprecia en sus crónicas, en que defiende cierta condición insular de nuestras producciones, contra la penetración foránea, sobre todo norteamericana. Publicó además textos en “La Discusión”, “El Mundo”, “Diario de la Marina”, “Letras”, “El Mundo ilustrado”, “Revista de Bellas Artes”, “Social”, “Cuba Contemporánea”, “Revista de América”, “El Universal” y “El Tiempo Ilustrado”, entre otros.