8.5.5 Hubertus Christian de Blanck Valet (Hubert de Blanck)
Hubertus Christian de Blanck Valet, conocido internacionalmente como Hubert de Blanck, fue un prestigioso intérprete, compositor y pedagogo; nacido en el año 1856 en Utrecht, Holanda. Acogió los primeros conocimientos de música de su padre, el violinista Wilhelm de Blanck. Se alistó en el conservatorio de Lieja, Bélgica a los nueve años de edad, donde aprendió piano con Felix-Etienne, y solfeo y teoría con Sylvain Dupuis.
En 1867, mereció el segundo premio en piano, con el concierto en mi menor, de Hummell. Sería la primicia de una carrera colmada de éxitos como pianista, compositor y director de orquesta. Siendo un adolescente, entregó recitales en el Palacio Real de Bruselas. El rey Leopoldo II le confirió una beca para pulir su arte en el Conservatorio de Colonia, Alemania, en las ramas de armonía y composición.
En el año 1873 realizó una gira por Rusia, Suecia, Alemania, Suiza y Noruega. Con solo 18 años de edad, retornó a Colonia, al haber sido electo Director de Orquesta del Teatro “El Dorado” de Varsovia (Polonia), donde conoció a Eugene Maurice Danguemont, brasileño, considerado entonces un precoz genio del violín. Ambos comenzaron extendidas giras y actuaciones en escenarios del viejo continente y América del Sur. Actuaron en la corte del Emperador Pedro II en Brasil, así como en Argentina. En 1881, después de presentarse en el Palacio Real en presencia de Guillermo I, emperador de Alemania, se despide terminantemente de Europa.
En Estados Unidos brinda conciertos como solista, acompañado por la orquesta Filarmónica de Nueva York. Sus éxitos y su vocación por la docencia hacen que sea escogido como profesor del College of Music de New York, donde comenzó su carrera como pedagogo a cargo de la cátedra de piano.
Hubert de Blanck arribó a La Habana en 1882 junto a su esposa, la cubana Ana García Menocal; presentándose en los salones del Centro Gallego de La Habana, con Anselmo López y Serafín Ramírez. Un año después, de retorno a esta urbe, decidió permanecer en la misma definitivamente.
Inauguró el 1 de octubre de 1885 en el Paseo del Prado, en la casa no. 100, un conservatorio de música, que constituyó el primero de su género en el país. Con el decursar de la época, el centro de estudios cambió de domicilio varias veces. Finalmente, a mediados de la siguiente década el conservatorio se ubicó en la Calzada de Reina No.3.
Hubert de Blanck consiguió la apertura del Conservatorio de Música y Declamación. Su creatividad fue reveladora en el campo de la enseñanza. Los concursos, como estímulo a los sobresalientes alumnos graduados en el primer curso (1885-1886) fueron los primeros que se realizaron en Cuba para estudiantes de música; se correspondieron a su iniciativa.
La relación amistosa y la admiración que sintió Blanck por Nicolás Ruiz Espadero, fue inspiración primordial para que diera el nombre de “Sala Espadero” al salón de conciertos de su Conservatorio de Música a partir de 1889. En la misma se celebraban ciclos de conferencias, encontrándose la obra de Hayden, Mozart, Beethoven, Shubert, Mendelssohn, Shumann y otros. Esta sala se consideró por muchos años como uno de los escenarios de conciertos más trascendentales de Cuba.
El maestro Blanck fue encerrado por el gobierno colonial, por militar en la Junta Revolucionaria de La Habana y deportado de Cuba; es entonces cuando se aleja a Nueva York, donde permaneció ofreciendo clases privadas y como pianista acompañante.
Después de su arribo a esta ciudad, desde los primeros meses de su llegada a dicha ciudad, se relacionó con el grupo de artistas cubanos que recolectaban fondos para la causa independentista de la Isla. Es en esta etapa cuando compone su ilustre obra para piano Paráfrasis, basada en el Himno Nacional de Cuba. Se estrenó en una de las veladas musicales patrióticas instauradas por el grupo.
Al culminar la guerra cubano-hispano-norteamericana, el maestro regresó a La Habana en 1898, situando su Conservatorio en la calle Galiano 124 (altos), esquina a Dragones, La Habana; reubicándose más tarde hacia otras direcciones. El último asiento de este centro sería en Calzada entre A y B, Vedado, donde en nuestros días permanece el Teatro Hubert de Blanck (Calzada entre A y B, Vedado. Plaza de la Revolución. La Habana).
Se considera una de sus más relevantes composiciones la ópera Patria (con libreto de Ramón Espinosa de los Monteros). Esta obra constituye la primera en afrontar el tema de la gesta independentista cubana. Se sabe del estreno de su segundo acto y de la ejecución de su preludio en 1899, en el teatro Tacón. La dirección estuvo a cargo del autor y la interpretación de la soprano Chalía Herrera y el tenor italiano Michele Sigaldi.
Hubert de Blanck se acogió oficialmente a la ciudadanía cubana en el año 1903. El conservatorio se reubicó nuevamente, para ampliar sus instalaciones, a la calle Galiano No. 47, altos, entre Concordia y Virtudes; contando con una matrícula de más de 600 alumnos, y con una gran cifra de academias añadidas a sus planes de estudio a lo largo de la Isla.
Hubert de Blanck reunió un profundo catálogo autoral de más de treinta obras dedicadas al piano; también para voz y piano; violín y piano; orquesta sinfónica y banda, música de cámara y teatro lírico; además de varios textos pedagógicos.
Blanck compuso numerosas obras para piano, entre las cuales deben mencionarse: Capricho cubano, Danza de las brujas, Bolero en re menor, Danza cubana, Souvenir de La Habana, Dance espagnole y el álbum Seis danzas para piano. De sus obras para música de cámara sobresalen el Trío, para violín, cello y piano, y su Quinteto, para dos violines, viola, cello y piano. En su creación para orquesta sinfónica, se destacan Capricho cubano, Suite sinfónica, Poema sinfónico y Marcha y canto fúnebre.
Su estilo fue post-romántico; sembró todos los géneros con atiborrado dominio estilístico y cuidado de la forma, conservando una melodía de carácter lírico, fluida e inspirada, de gran tenacidad musical.
Después de haber recibido numerosos reconocimientos honoríficos por parte de gloriosas instituciones cubanas, el maestro Hubert de Blanck falleció en La Habana el 28 de noviembre de 1932. Este importante músico constituye un irrefutable e inquebrantable vínculo cultural entre Holanda y Cuba.