4.1.1.12 La obra poética de Rubén Martínez Villena (1899 – 1934), primera etapa


El conjunto de la obra poética de Rubén Martínez Villena fue publicado póstumamente en 1936, bajo el título de “La pupila insomne”. Siguiendo la división cronológica hecha por José Antonio Portuondo, de acuerdo a las corrientes estéticas que más influyeron en el poeta, se abordarán los siguientes períodos –el primero en este apartado- 1917 – 1922, 1923 – 1927, 1928 – 1934.

Entre 1917 y 1922, el poeta aún permanece anclado a la corriente modernista, incluso de cierto tono parnasiano en el exquisito cuidado del verso; pero también de reminiscencias románticas sin incurrir en el retoricismo que en ciertos momentos signó al movimiento.

Desde el punto de vista filosófico, sus versos plasman una actitud más bien contemplativa hacia el mundo, una búsqueda del sentido de la vida en la lírica y más allá. Aunque ya está presente el desencanto hacia sus circunstancias, ello no tiene todavía matices políticos sino solo que el poeta ya intuye la imposibilidad de realización personal en el marco del status quo imperante, sin adentrarse todavía en las causas subyacentes.

Su primer texto, “Peñas Arriba”, de 1917, expresa ya esta angustia sin claros asideros:

“Larga cuesta del vivir,
cima escarpada y altiva
donde voy “peñas arriba”
sin fe para proseguir.
¿Cómo te podré subir
cargado con esta cruz?
Rasgue el lóbrego capuz
el sol a que te encaminas,
y mi corona de espinas
tórnese aureola de luz.

Porque mi ser necesita,
para seguir su camino,
algún cambio en el destino
bajo el que llora y se agita.
Una pasión infinita,
algo que acabe mi duelo,
y que cumpliendo mi anhelo
al abatir mi amargura
¡me deje el alma tan pura
como un pedazo de cielo…!”

Esta inconformidad del poeta, la necesidad que apunta de una transformación raigal, aun sin precisar en qué ámbitos, señala sin dudas una etapa en la cual estaba gestando su cosmovisión de hombre y en ciernes los principios fundamentales que lo acompañarían a lo largo de su vida.

Aunque no se aprecia todavía un claro matiz político, el amor a la patria ya estaba presente y entona varios cantos a sus héroes, en esta línea temática se inscriben los versos de “El rescate de Sanguily”, “19 de mayo”, “Simbolismo”, “27 de noviembre”, “Ignacio Agramonte”, “Jimaguayú”, “Máximo Gómez” y “24 de febrero”, en estrofas de este último se aprecia la idealización del motivo épico:

“Se oyó el grito de Baire que libertad reclama,
resplandeció una estrella en medio del huracán
y en el fulgor de oro que el símbolo derrama
apareció un Apóstol de mano de un titán.”

Al final de esta etapa se perfilaba la asunción de otra actitud, quizás porque en el propio año 1922 concluye sus estudios de Derecho en la Universidad de la Habana y ello contribuyó también a su formación política, no tanto en el ágora universitaria como en los contactos con estudiantes y profesores que de alguna manera se orientaban hacia la izquierda y habían concienciado la situación política y el papel nefasto desempeñado por los Estados Unidos.

Su tránsito desde el modernismo hacia una lírica de cierto signo de vanguardia pude apreciarse en el criterio de Juan Nicolás Padrón Barquín: “Predomina en su poética el paisaje urbano y el tono musical, en un ritmo que acompaña o interactúa con los temas. Un verso o varios pueden romper deliberadamente el hechizo modernista que a veces se ha construido con pasión de arquitecto; una palabra o expresión descuartiza la atmósfera ya casi enrarecida; con su mofa la vuelve terrenal, la humaniza y la deja suspendida en una duda de dobles lecturas.”

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